martes, 26 de junio de 2012

Sobre el estatuto juridico de las Indias Occidentales



El Papa Alejandro VI había donado las Indias a los Reyes Católicos Fernando e Isabel, y a sus “herederos y sucesores los Reyes de Castillas y de León para siempre”; constituyéndolos en dueños (de dominio eminente o soberano) y “señores de ellas con plena y libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción”

Zorroaquín Becú dice que las Indias eran “bienes gananciales” de Isabel y Fernando. Muerta Isabel y declarada incapaz su hija, Juana “la loca”, pasan a su esposo Fernando, que, a su vez, cuando fallece, esos bienes pasan a sus herederos y sucesores castellanos como “bienes hereditarios o realengos”.

Luego, las Indias serían inseparables de la Corona de Castilla (no de su Reino), a la que quedaban formalmente incorporadas como bienes realengos. Esta incorporación, expresa Zorroaquín Becú:

“se hizo a la corona y no al reino castellano, lo cual significaba que pasaba a ser, no propiedad particular del rey, ni dependencia del Estado español, sino propiedad pública de la monarquía en calidad de bienes realengos”

Se llamaban “bienes realengos”:

“por oposición a los señoríos solariegos y abadengos, los bienes sometidos al dominio directo de la corona real, y exentos de toda jurisdicción y vasallaje feudal” [1]

Aclara Enrique Díaz Araujo que “estaban exentos de vasallaje feudal, pero no del real, desde que el señorío de los reyes castellanos fue constituido en la Donación Alejandrina (donde, además de reyes, fueron establecidos como señores de las Indias, a perpetuidad)” [2]

En la Real Cédula dada por el emperador Carlos V en Barcelona a los 14 días del mes de septiembre de 1519 se leía:

“Y porque es nuestra voluntad y lo hemos prometido y jurado, que siempre permanezcan unidas para su mayor perpetuidad y firmeza, prohibimos la enajenación de ellas. Y mandamos que en ningún tiempo puedan ser separadas de nuestra real corona de Castilla, desunidas ni divididas en todo o en parte, ni sus ciudades, villas ni poblaciones, por ningún caso y a favor de ninguna persona. Y considerando la fidelidad de nuestros vasallos y los trabajos que los descubridores  y pobladores pasaron en su descubrimiento y población, para que tengan mayor certeza y confianza de que siempre estarán y permanecerán unidas a nuestra real Corona, prometemos y damos nuestra fe y palabra real por Nos y los reyes nuestros sucesores que para siempre jamás no serán enajenadas ni apartadas en todo o en parte, ni sus ciudades o poblaciones, por ninguna causa o razón o a favor de ninguna persona; y si Nos o nuestros sucesores hiciéremos donación o enajenación contra lo susodicho, sea nula, y por tal lo declaramos”

En la Ley I, Título I, Libro III de la Recopilación de las Leyes de Indias de 1680, el Rey estableció:

“Por donación de la Santa Sede Apostólica y otros justos y legítimos títulos, somos señor de las Indias Occidentales, Islas y Tierra-Firme en el mar Océano, descubiertas y por descubrir, y están incorporadas en nuestra real corona de Castilla. Y porque es nuestra voluntad, y lo hemos prometido y jurado, que siempre permanezcan unidas para su mayor perpetuidad y firmeza, prohibimos la enajenación de ellas. Y mandamos que en ningún tiempo puedan ser separadas de nuestra real corona de Castilla, desunidas ni divididas en todo o en parte, ni sus ciudades, villas ni poblaciones, por ningún caso ni a favor de ninguna persona. Y considerando la fidelidad de nuestros vasallos, y los trabajos que los descubridores y pobladores pasaron en su descubrimiento y población, para que tenga mayor certeza y confianza de que siempre estarán y permanecerán unidas a nuestra real corona, prometemos y damos nuestra fe y palabra real por Nos y los reyes nuestros sucesores, de que para siempre jamás no serán enajenadas ni apartadas en todo o en parte, ni sus ciudades ni poblaciones por ninguna causa o razón a favor de ninguna persona; y si Nos o nuestros sucesores hiciéramos alguna donación o enajenación contra lo susodicho, sea nula y por tal declaramos”.

NOTAS

[1] ZORROAQUÍN BECÚ, Ricardo: La organización política argentina en el período hispánico, 2da. ed., Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Perrot, 1962, p.16

[2] DIAZ ARAUJO, Enrique: Mayo Revisado, Tomo I, Buenos Aires, Editorial Santiago Apóstol, 2005, p.70.

Tomado de:

domingo, 17 de junio de 2012

Basta de agraviar la memoria de Rosas


En muchos, sino en todos los actos que organiza el gobierno, aparecen pancartas con el nombre o la imagen del Ilustre Restaurador de las Leyes, don Juan Manuel de Rosas. Cautiva y agitada entre trapos rojos y fotos del Che Guevara, la figura de Rosas es permanentemente agraviada.
A ver si logramos ser claros sin ser agresivos: ¡DEJENSE DE JODER CON LA ESTAMPA DE ROSAS!, que no tiene, no tuvo, ni tendrá nunca nada que ver con la actual merdocracia.
Utilizar la imagen de un virtuoso como propaganda no los convierte a ustedes en virtuosos, por el contrario, los evidencia como un muestrario de la más grosera hipocresía. ¿Por qué?, Veamos:
- Rosas no fue un corrupto, ustedes sí.
- Rosas creó las condiciones para la unidad nacional, ustedes para la discordia nacional.
- Rosas pagó de su fortuna la paz con los caudillos, ustedes nos enfrentan para hacer sus fortunas.
- Rosas sacrificó su fortuna por el país, ustedes sacrificaron el país para hacer fortuna.
- Rosas fue un ícono de la nacionalidad, ustedes de la inmoralidad.
- Rosas defendió a muerte la religión Católica, ustedes la atacan a muerte.
- Rosas terminó respetado hasta por sus enemigos, ustedes terminarán despreciados hasta por sus conmilitones.
- Rosas era un estadista, ustedes son unos mercachifles.
- Rosas nació rico y murió en la miseria, ustedes nacieron míseros y mueren ricos.
Podríamos seguir agregando un sinnúmero de ejemplos más, como que tan clara era la defensa de la soberanía nacional por parte de Rosas, que las principales fuerzas nacionales en la Batalla de Caseros fueron comandadas por jefes unitarios que, por dignidad, se ofrecieron a Rosas (Caso coroneles Pérez –que, incluso, estaba preso- y Chilavert); podríamos citar frases de Sarmiento, de Alberdi, de Urquiza, de Echeverría y hasta del mismo Florencio Varela, reivindicando tardíamente a Rosas, pero no mejoraríamos lo dicho.
Por eso, insistimos, rogamos, imploramos, utilicen las imágenes que quieran: de Lenin, de Guevara, de Hebe o Carlotto, de D´Elía, de Schoklender cuando era bueno, de Santucho, de Pedrito Rico, de Fidel, de Barreda, de Néstor o de Paco Jamandreu, no importa, nos da lo mismo y estarían mucho más identificados. Pero, por favor, dejen en paz la figura de uno de los mayores argentinos que, por lo demás y si se levantara del sepulcro, los correría a mandobles hasta donde le diese el resuello.

Tomado del Boletín Nº 31 del Movimiento Nacional y Catolico

viernes, 8 de junio de 2012

LA HISTORIETA DE PIGNA SOBRE SAN MARTIN



Felipe Pigna es uno de los presuntos historiadores aparecidos en los últimos años, que ha alcanzado éxito mediático. Este año lanzó una colección de folletos sobre historia argentina, con forma de historieta, dedicando uno de ellos a la biografía del General San Martín[1]. En la breve introducción, de dos páginas -el folleto no está paginado- el autor realiza dos afirmaciones, que, por cierto, no documenta, puesto que el folleto carece de bibliografía. Afirma:

-”Al borde del Támesis prosperaban los grupos revolucionarios de carácter masónico como la Gran Hermandad Americana...”;
-“Con juvenil entusiasmo, San Martín desarrolló una febril actividad durante los cuatro meses que permaneció en Londres”.
-”Tomó contacto con los miembros de la Hermandad...”.
-“También se entrevistó con funcionarios del gobierno británico, como James Duff y sir Charles Stuart. Muy probablemente hayan sido ellos quienes le hicieron conocer el plan Maitland”.
-“A mediados de marzo de 1812, La Gazeta de Buenos Aires daba cuenta de la llegada de los militares argentinos.
San Martín fue recibido por el jefe de la masonería local, Julián Álvarez...Con la anuencia de Álvarez, San Martín, Carlos de Alvear y sus compañeros de viaje de la George Canning fundaron en mayo de 1812 la Logia de Caballeros Racionales, una sociedad secreta de neto corte masónico que años después recibiría el nombre de Lautaro.”

En la historieta, propiamente dicha -serie de dibujos que constituyen un relato- cuyo relator es el caballo blanco de San Martín, se reiteran las afirmaciones de ese tenor:
-“San Martín fue iniciado como masón en la Logia Integridad de Cádiz, afiliándose a la Logia Caballeros Racionales Nº 3 de dicha ciudad”.
-En otro cuadro, en casa de sir Charles Stuart, diplomático inglés, este conversa con San Martín a quien dice: “Lo veo decidido, quiero mostrarle algo. Entre los miembros de nuestra sociedad secreta se lo conoce como Plan Maitland”. Se muestra la carátula de un libro con este título: “Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú”.

Como el folleto citado se vende en quiscos y supermercados, y está destinado obviamente a niños y jóvenes, considero necesario ocuparse de él, pues está difundiendo masivamente dos afirmaciones tendenciosas: que San Martín fue masón, y que se limitó a ejecutar un plan estratégico diseñado por un militar escocés, Thomas Maitland.
1. Con referencia a la masonería, está suficientemente probado que San Martín nunca perteneció a la misma, y que la Logia Lautaro -como lo reconoce la Masonería inglesa- era un grupo político no masónico
[2].
2. Sobre el Plan Maitland, debe aclararse que se trata de un manuscrito, sin destinatario, ni fecha, ni firma -por lo tanto, no es un documento-, que descubrió casualmente el Dr. Rodolfo Terragno en el Archivo General de Escocia. El mismo Terragno admite que, hasta 1981, cuando lo encontró, no había “ni un rumor sobre el Plan Maitland, ni referencia alguna a su autor, en toda la bibliografía sobre la independencia de Hispanoamérica”
[3].
El título de dicho manuscrito es: Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y México. La mención de México es un error del autor, que en el texto se refería a Quito (Ecuador). Maitland que no conoció Sudamérica, recibió información de Sir Hippisley sobre los modos de atacar las colonias españolas, que, a su vez, la había obtenido de jesuitas exiliados que conoció en Roma.
Terragno reconoce que “no hay prueba de que Maitland fuera masón”
[4], tampoco puede demostrar que haya conocido a San Martín. Sin embargo, arriesga esta hipótesis: “Que, conociendo los planes y el carácter excepcionalmente reservado de San Martín, algunos de sus numerosos amigos masones haya compartido con él (si no otros secretos de la masonería) información sobre proyectos en los cuales la masonería servía informalmente el interés del Reino Unido”[5].
El llamado Plan Maitland contiene sólo un esbozo, con ideas comunes en la época, por lo que no puede extrañar que muestre algunas coincidencias con el que ejecutó nuestro prócer, que ya había analizado un plan del Teniente Coronel Enrique Paillarde, fechado en diciembre de 1813. Pero fue con su amigo, Tomás Guido, con quien aparentemente diseñó su plan San Martín, presentado por Guido en una memoria al Director Supremo González Balcarce, con fecha 20 de mayo de 1816. Los dos biógrafos más famosos del Libertador, Mitre y Otero, coinciden en que el mérito del Plan Continental le corresponde a San Martín.
En el día de la Soberanía Nacional, debe insistirse en la necesidad de acentuar el estudio y difusión de la historia argentina, en base a los investigadores serios, y denunciar a los aventureros que deforman el conocimiento sobre los héroes y sus motivaciones.

Boletín Acción Nº 117, 20-11-07

[1] Pigna, Felipe. “San Martín”; Buenos Aires, Editorial Planeta, 2007.
[2] Meneghini, Mario. “San Martín no fue masón”; Córdoba, Boletín Acción, Nº 44, marzo 1998 [3] Terragno, Rodolfo. “Maitland y San Martín”; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998, pág. 15.
[4] Op. cit., pág. 173.
[5] Op. cit., pág. 178.

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