por Prof. Jorge E. Camacho Ruiz
Breve reflexión como aporte para el desarrollo de una actualizada biografía por ahora desconocida o escondida
Al conmemorarse en este 17 de agosto de 2011, el 161 aniversario del
paso a la inmortalidad, del Gral. Don José de San Martín, es de importancia
vital una breve reflexión con el objetivo de que en algún momento debamos
desarrollar una biografía más plena sobre los aspectos desconocidos o a ex
profeso ocultados sobre la vida de nuestro héroe máximo; para que las próximas
generaciones puedan contar con una interpretación más cabal, ajustada a los
hechos históricos y vislumbrar mejor su tamaña personalidad.
Mucho se ha escrito y se ha hablado de
la personalidad arquetípica de Don José de San Martín, del Adalid, del Héroe,
del Prócer, del Patricio, del Libertador de Naciones hermanas, del Militar
Ejemplar, del Estadista, del Padre Educador, Moralista, Religioso,
indiscutiblemente Católico, y hasta tenemos a un San Martín, enfermo y solitario;
y sin embargo poco se ha dicho de su angustiado ostracismo, de sus
perseguidores políticos, de su doloroso destierro, de sus ideales
Hispanoamericanos, de su monarquismo americanista, de la retirada de Guayaquil,
no tanto por la ambición de Bolivar, como por el boicot del centralismo
rivadaviano y la conspiración de las sociedades secretas.
Por otro lado existe un manto de olvido
y silencio acerca de los conflictos que tuvo el guerrero inmortal, con los liberales
unitarios como Rivadavia. Tampoco se nos informa que Don José, tenía el
proyecto, de que una ves conquistada la Independencia, debía
buscar la paz con España mediante tratados comerciales para evitar la
preponderancia Británica, y que esto le valiera la fobia masónica y condena de
Mister Mackinnon, podríamos sugerir a los historiadores inconformes con su
actual biografía que allí deberían buscar las causas de su vertiginoso ocaso y
ostracismo.
Poco y nada se nos dice de la
imposibilidad de llegar a tiempo a ver a su mujer que estaba enferma y se
moría, porque una partida de sicario lo esperaban para asesinarle, del riesgo
no sólo de su propia vida, sino la de su hija, si permanecía más tiempo en el
país, de la campaña de injurias de la prensa porteña en el momento de su
retorno a Buenos Aires, del reto a duelo por el honor ultrajado a que lo
desafiara San Martín a Rivadavia y que éste no acepto, ocurriendo este hecho cuando
Bernardino visitaba Europa en los años de exilio del gran Capitán, de las admoniciones
a los unitarios y traidores que luchando contra Rosas, se aliaban al extranjero
para humillar a su Patria, y arrancarle jirones de ella - esto lo veía muy claro el General, y debe
haber realizado una evaluación certera para que decidiese legar su sable a El
Restaurador, - todo esto y otras desavenencias más, ha sido
muchas veces ocultado o falsificado por la historiografía oficial.
Pero también es cierto por ello mismo, que
en la vida de nuestro General, existe como una especie de misterio de su
personalidad, un enigma pendiente a descifrar, por un lado tenemos un San
Martín con ideales de un Orden Jerárquico Católico, simpatizante de los
gobiernos de orden como lo fue el de Don Juan Manuel de Rosas, y por otro un
San Martín vinculado con logias masónicas y con los difusores de las Nuevas
Ideas, no sabemos si se debió esto último a razones militares-estratégicas, o
si tenía pleno convencimiento de aquellas Ideas, probablemente haya existido
influencias heterodoxas era frecuente en los hombres de su tiempo, y en el caso
de San Martín, se debía a que desde niño había recibido una formación
severamente espartana, probado en batallas desde temprana edad y por ende se
encontraba dotado de una educación jerárquica, aristocratizante, esto entendido
en el sentido guerrero de la superación permanente, de privilegiar el esfuerzo,
lo mejor, lo superior; pero también como tantos jóvenes de su época se dejaron
sugestionar por la educación de la
ilustración: del racionalismo, de igualdad y libertad de su tiempo en la
cual había caído gran parte de Europa, y España no era ajeno a ello, como
consecuencia de la decadente y afrancesada monarquía Borbónica; y las logias
masónicas que pululaban como una moda de época, hacían su agosto entre una
juventud apasionada por el novedoso saber
y deseosa de ser protagonista o servidora de nobles causas, a tal punto que
estuvo adherido a algunas de ellas. Así podemos entender que el joven San
Martín, fue un prisionero de su época, pero ya maduro en el Alto Perú, tuvo
tiempo para contemplar con sus propios ojos las maquinaciones siniestras de las
logias y sus miembros, que concientes o inconcientemente servían a la
construcción de un nuevo imperio invisible que emanaba desde Londres, y al
parecer él lo intuía más nefasto que el que se estaba derrumbando. Allí Don
José, comenzó a desvincularse de las logias, y sospechamos que esas fueron las
razones de su condenación y persecución política.
Basta con leer la obra de Carlos Steffen
Soler: “San Martín, en su Conflicto con los Liberales” Ed. Librería Huemul,
Buenos Aires 1983, para comprender, porque El Libertador en el Perú, decidió
rápidamente su regreso. Tengamos presente que desde Buenos Aires, no sólo se
había suspendido el apoyo logístico, sino que su plan era boicoteado permanentemente.
Además San Martín contaba con información confiable que le brindaba su hermano
desde la cancillería de Fernando VII, quien le advertía sobre algunas
maquinaciones y de cómo operaban las logias desde el bando realista.
Seguramente San Martín habrá comprendido la real dimensión de la conspiración e
intuido el peligro de la fragmentación, y temió por el futuro de la Libertad y la Unidad de la
Gran Patria Hispanoamericana, luego que
fuera barrido el poder español en América. ¿Esto le provoco alguna frustración
a nuestro General que motivo su pronto retorno?
Por otra parte también se debe
contemplar que en muchas oportunidades Don José supo guardar en el silencio
acético los dolores y penas que lo embargaban con una franca flagelación
piadosa y esto se debe a su formación y conciencia Cristiana que siempre apechugó
el sufrimiento y a su educación de soldado con temple espartana, que se dispone
al sacrificio más extremo, sin esquivo ni rezongo, por una Empresa grande, por
una causa noble, justa como lo es la de Dios y de la Patria.
Cuando se tiene conciencia de que “la
vida no tiene sentido si no es para quemarla en una empresa grande” como la Libertad y Salvación de la Patria; no queda otro
camino más que el heroísmo y el martirio, como lo eligió nuestro héroe máximo.
Siendo fiel a sus máximas: “Serás lo que debes ser o sino no serás nada” y “Cuando
la Patria está
en peligro todo es válido menos dejarla perecer”.
Podrán decir algunos espíritus
pragmáticos-utilitarios ¿y que ganó si tuvo que ir al destierro, sin éxito?;
precisamente los hombres trascendentes, no encuentran éxito, sino Glorias.
Porque, ¿Qué gano Nuestro Señor Jesucristo, si tuvo que morir en una Cruz,
despreciado, por la mayoría del mundo? Respondemos:
Primero: Las minorías hacen la historia,
para conducir a las mayorías.
Segundo: Cristo nos enseña con su
ejemplo que Él nos Amó por eso sacrifico su vida y es por esto que sin
sacrificio, ni derramamiento de sangre, no hay Redención ni Esperanza.
Y Tercero: Que sin Amor, sin ese Gran Amor,
no hay Servicio y sin servicio no hay Salvación.
Por eso le decimos a Don José de San
Martín, en versos de Alberto Eliseo Seiorra:
El Adalid Eterno
Aunque cesó la lucha de tu espartana “y
cristiana vida” el día inolvidable que tu alma diste a Dios.
La antorcha de tu credo mantíenese
encendida
Y todo un continente va de ensueño en
pos.
Tu espada en San Lorenzo templóse de
optimismo,
Logrando en Chacabuco triunfal
consagración;
Y en Maipú ante estupendo derroche de
heroísmo
El Ande gigantesco pasmóse de emoción.
En Bronce es cincelada tu efigie
inconfundible
Y exalta el orbe eterno tu personalidad,
Tu genio de estratego, de gloria
inmarcesible,
Impuso en la hora augusta su ideal de
libertad.
Cuando la tarde muere, altivos y
cuadrados,
Al imponer ¡Silencio! El toque del
clarín,
En nombre de la Patria corean tus soldados:
Presente está y por siempre, José de San
Martín.
No existe prueba alguna de que San Martín haya sido masón, no las hay ni documentales, ni testimoniales, ni de ningún tipo.
ResponderEliminarTampoco existen indicios que abonen esta nefasta acusación; inclusive algunos de los que se esgrimen al respecto son tan ridículos que no se entiende como haya gente supuestamente inteligente que los repita. Como es el caso de la afirmación de que nuestro prócer esta enterrado fuera de la Catedral de Bs. As.; basta visitar la misma para ver que eso es falso; San Martín descansa dentro de sus muros.
Por otro lado, sí existen numerosas pruebas que indican su no pertenencia a la masonería.
Las hay documentales, como ser las respuestas que obtuvo Patricio Maguire de las Logias de Inglaterra.
Las hay testimoniales, como las declaraciones de los grandes maestres de la masonería Sarmiento y Mitre. Al respecto podemos consultar los artículos de Mario Meneghini que los citan.
Y por otro lado están también los propios actos del general, los cuales revelan sin lugar a dudas su catolicismo publico y antiliberal; entre ellos su Reglamento del Ejercito de los Andes que castigaba severamente la blasfemia; o la Constitución del Peru, que consagraba un Estado Católico. Todos actos totalmente contrarios a los fines de la masonería.
De modo pues que la exégesis mas coherente, y la única que se complementa con pruebas fehacientes, es la que sostiene que San Martín no fue masón.
Dr. Edgardo Atilio Moreno
Poco y nada conozco de la masonería, y apenas algo de historia; pero creo que es irrefutable que El Libertador fue enemigo irreconciliable de Alvear y Rivadavia que si eran masones. El Argos, órgano oficioso de la masonería, siempre lo denostó. Si San Martín, alguna vez perteneció a esta institución, a poco de andar, termino totalmente enemistado con la misma.
EliminarEstimado Jorge, un placer reencontrarte en esta pagina, veo que a pesar de los años seguimos en la linea Católica y Nacionalista. Me imagino como estarás sufriendo con esta plaga de corruptos que nos gobiernan, te mando un abrazo y te felicito por el articulo.
ResponderEliminarRicardo Eduardo Guardia, tucuman
Es de todos conocida la profunda devoción que el Libertador profesó a la Virgen y que lo hizo nombrarla Generala de su Ejército, superando los respetos humanos de una época en la que el liberalismo había impuesto la idea de que “la religión es asunto privado”. Tanta importancia dio al tema, que lo decidió con su Estado Mayor, según dice Espejo en su obra “El Paso de los Andes”. La devoción a la Virgen del Carmen estaba muy arraigada en Cuyo y casi todos los soldados llevaban su escapulario, por eso fue ella la que tuvo preferencia” dice, y más adelante describe la brillante ceremonia (5 de enero de 1817) durante la cual San Martín le entrega su bastón de mando, la nombra Generala, y hace bendecir también la Bandera de los Andes, “saludada por dianas y la banda con cajas y clarines, mientras rompía una salva de veintiún cañonazos, ante el ejército de gran gala y todo el pueblo de Mendoza”. Más tarde, después de sus triunfos, entregará definitivamente su bastón, esta vez en el silencio que acompaña a todo lo grande y dejando aquella conocida carta: ”la protección que ha prestado al Ejército de los Andes su Patrona y Generala la Virgen del Carmen son demasiado visibles...”
ResponderEliminar¡Excelente!, totalmente de acuerdo
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