miércoles, 12 de febrero de 2025

3 de Febrero: La Batalla de Caseros y la traición a la Patria

 

Por: Felix Pavan

    ¿Rosas? para algunos, el gran defensor de la soberanía; para otros, el símbolo de un poder excesivo que debía terminar.
    El 3 de febrero los argentinos recordamos con dolor la Batalla de Caseros; un día oscuro y aciago en que la Patria fue entregada a los intereses del liberalismo, la masonería y las potencias extranjeras. Un día negro, en el que la Argentina fue forzada a abandonar su destino soberano, condenada a la desunión y a la dependencia, despojada de su identidad bajo el falso brillo del “progreso” impuesto por manos extranjeras.
    Fue la caída de Juan Manuel de Rosas, el gran defensor de la soberanía argentina y del federalismo, traicionado por aquellos que, en nombre de la “organización” y el “orden”, abrieron las puertas a la disolución nacional. Lo que se presentó como una nueva etapa para el país no fue más que el inicio de la entrega, la imposición de un modelo contrario a nuestras tradiciones y la sumisión a los intereses de los poderosos.
    Rosas, gobernante firme y católico, supo enfrentar las agresiones del imperialismo británico y francés, resistiendo el dominio extranjero y sosteniendo la Confederación Argentina sobre los principios de la religión, el orden y la justicia. Su política protegió a los pueblos, a la familia y a la tradición, enfrentando a los principios de la Revolución, sostenidos por el unitarismo.
    Caseros no fue una victoria del pueblo argentino, sino la consumación de una traición. Justo José de Urquiza, cegado por la ambición y seducido por los intereses del liberalismo, se alió con el Imperio del Brasil y con los enemigos históricos de la Patria, traicionando el sagrado juramento de defender la soberanía. Con su felonía, derrocó al Restaurador de las Leyes, y con él, al último bastión que resistía la injerencia extranjera y el dominio de las potencias imperiales.
    Lo que siguió fue el despojo. La Argentina, sin el orden providencial que Rosas había establecido, perdió su rumbo, entregada a la oligarquía porteña, a los mercaderes del poder y a los agentes de la disolución nacional. El modelo liberal impuesto no trajo libertad ni grandeza, sino el saqueo de las riquezas nacionales, la descomposición del orden social cristiano y la persecución de los valores tradicionales que habían sido el alma de la Confederación.
    Desde entonces, la Nación ha vagado entre falsas promesas y entregas sucesivas, alejándose de su misión providencial. Pero la historia no se ha cerrado, y la memoria de los pueblos no se borra. Aún es tiempo de volver a levantar las banderas de Dios, Patria y Federación, para restaurar la Argentina verdadera.
    Hoy, más de 170 años después, el recuerdo de Caseros nos llama a la reflexión y al compromiso con los principios que Rosas defendió: Dios, Patria y Federación. La Argentina necesita recuperar su identidad católica, su soberanía y su auténtico federalismo, volviendo a las raíces que hicieron grande a nuestra nación.
    Que Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Patria, interceda para que Argentina retome el camino de Dios, la verdad y la justicia.

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