Una cosa es defender la Hispanidad, que es la concreción española de la
Cristiandad, es decir del proyecto perfectible de un orden social cristiano
trasladado a nuestras tierras; y por ende reivindicar aquellos valores perennes
de nuestra cultura fundacional. Y otra cosa muy distinta es ser españolista.
El españolismo –que hoy se trata de difundir paradójicamente entre los
nacionalistas argentinos- es un amor carnal a la España país, geografía, forma política;
que historiográficamente implica una mirada miope del pasado, una interpretación
falaz de los hechos; que como es lógico va acompañada de una conducta
calumniadora e injuriadora hacia todos nuestros próceres; a quienes se los
acusa, en base a suposiciones y sin prueba alguna, de ser todos una piara de
traidores, perjuros y falsos católicos, que puestos al servicio de los intereses
de Inglaterra y de la masonería conspiraron para destruir al Imperio español .
Quienes propagan esas barbaridades, esas mentiras –faltando a la
caridad y a la Ley de Dios que manda a honrar a los padres- les atribuyen a los
hombres que nos dieron la independencia ser los responsables exclusivos de la
destrucción del Imperio; sin contemplar la situación de la propia España, que
con los Borbones defeccionó antes que nadie del ideal de la hispanidad; ideal que
justamente era lo que legitimaba al proyecto imperial.
Por supuesto que los próceres americanos no fueron perfectos y que muchos
de ellos cometieron errores; incluso –como ya lo tiene dicho el verdadero
revisionismo histórico- hubo en aquel proceso personajes que respondía a
oscuros intereses y que tenían un proyecto contrario a nuestra tradición histórica.
Proyecto que a la larga termino imponiéndose, cosa que lamentamos, como
lamentamos la destrucción del imperio católico español.
Sin embargo, generalizar la acusación y meter a todos en la misma bolsa
es una total injusticia que llama más la atención cuando además va acompañada
por un sugestivo silencio acerca de los graves errores y defecciones de la
política peninsular borbónica, así como de la situación de España al momento,
aliada de su antigua enemiga Inglaterra y podrida de masonería y de absolutismo.
Una España que en 1810 se encontraba acéfala, sin autoridad legítima
alguna, con todo su territorio ocupado (salvo un islote insignificante con un
gobierno ilegitimo y títere de Gran Bretaña que pretendía nuestro acatamiento),
una España en la que la mitad de sus gentes se dividían en afrancesados por un
lado y pro-ingleses por el otro, y que no dudaba en entregar como pato de la
boda a ingleses o franceses a sus antiguos reinos de indias. Una España que se
debatía entre el absolutismo iluminista y el liberalismo masónico. Una España
cuyo epitome era un rey bastardo, felón y canalla, ora absolutista ora liberal.
Decir que nuestro Mayo autonomista, monárquico y católico, fue un acto
de traición, de secesión, o una invasión inglesa, como dicen los españolistas,
no solo soslaya el hecho clave de que Inglaterra lo que menos pretendía en ese
momento era crearle problemas a España fomentando movimientos independentistas;
sino que de fondo implica también desconocer el estatus jurídico de estas
tierras americanas.
Quienes consideran ilegítimos los pronunciamientos americanos ignoran
que estos Reinos de Indias eran reinos autónomos incorporados a la Corona
de Castilla, por donación pontificia, propiedad del Rey y de sus sucesores, no
de la nación española o del reino de Castilla; y que por lo tanto el único que tenía
derecho a mandar aquí era el Rey.
De modo que faltando el Rey y pretendiendo gobernar lo que quedaba de
España (que era prácticamente nada) un Consejo de Regencia ilegitimo y títere de Inglaterra, que sin ningún
derecho exigía el acatamiento de los americanos; aquí se hizo lo que mandaban las
propias Leyes españolas (de Partidas y de Indias) es decir se conformaron
Juntas Provisorias de gobierno que reasumieron la autoridad en nombre del Rey
ausente, jurándole fidelidad. ¿Y qué hicieron ante esto los peninsulares? Nos
hicieron la guerra. La traición estuvo allí, no en los americanos.
Si los españolistas buscan a quien culpar por la pérdida del Imperio es allá,
en la península, por donde deben empezar. Es en la figura deplorable de Fernando
VII en la que deben fijarse ante todo.
Si este déspota tirano y desagradecido no hubiera desconocido y violado los
Pactos de Vasallaje firmados por Carlos V, que establecían derechos y
obligaciones tanto para los americanos como para la Corona; y no hubiera rechazado todas las propuestas que a su regreso al trono le hicieron los americanos, la historia hubiera
sido distinta, pero lamentablemente el españolismo ideológico necesita culpar de
todo a los patriotas americanos.
Y esto que de por sí es una injusticia grave, en boca de los nacidos en
estas tierras adquiere mayores proporciones. Constituye como dice Antonio
Caponnetto un “patológico nihilismo antiargentino”*. Un menosprecio de la
argentinidad y una exaltación injusta y maniquea de los supuestamente nobles,
puros y muy católicos seguidores del Fernando VII.
Rechazar esa dialéctica falaz y miope del españolismo; y posicionarse ente nuestra historia con una mirada recta y veraz de lo acaecido es la única vía posible para conjugar la virtud del patriotismo y el ideal de la hispanidad.
*Caponnetto, Antonio. Independencia y Nacionalismo. Ed Katejon. Pag 19
Clarisimo y contundente ¡felicitaciones!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, pero con algunas exepciones. La Logia Lautaro y sus componentes es una de ellas.
EliminarExcelente trabajo Edgardo. En realidad se trata de vagabundos ideológicos, que, descastados por la carencia de trabajo real con el cual ganarse dignamente un dinero, medirán a favor de la historiografía liberal-masónica, y tiene un representante en Lons, un devenido en historiador en realidad de morondanga.
ResponderEliminarGracias camarada! cuando ande por sus pagos de seguro tomamos un café. Fuerte abrazo estimado Eduardo
EliminarAclaración: en vez de medirán corresponde, ..... medran a favor .....
ResponderEliminarEstimado, la logia lautaro,era un partido político y una organización de variada concurrencia. Es arte de la política constituir un grupo de voluntades bajo unos fines y objetivos determinados. Yo puedo no estar de acuerdo con la selección de sus integrantes, pero las disposiciones surgidas de quienes se organizaron, no son de nuestra incumbencia, sino los resultados obtenidos, con los cuales se podrán o no estar de acuerdo. Pero el claro está, que no se trató de una logia masónica y pro inglesas, sino más bien que éstos usaron a algunos de sus miembros, pero no así a la mayoría. Finalmente, para hablar con propiedad, hay leer y ESTUDIAR los grandes maestros de revisionismo, a fin de COMPRENDER no sólo el carácter de la pautado, sino de muchos otros aspectos más determinantes. Hay que darse cuenta cual es la acción de la propaganda inglesa y masónica, que, mediante el simple comentario que deja entrada una duda, ñerimten entrar por ese resquicio la supuesta adhesión a la masonería de San Martín y muchos otros más.
ResponderEliminarExcelente y contundente artículo Edgardo, efectivamente el "españolismo" centra su ataque en los próceres del criollismo patriota, acusándolos sin distinciones de jacobinos y/o masones, eludiendo de hacerlo respecto a los Borbones y adlateres, como si éstos se encontrasen libres de severendos pecados. Al parecer tampoco les interesa bucear en los orígenes de la decadencia del Imperio Español, lo cual evidenciaria a la dinastía Borbónica (iluminista y afrancesada) como los
ResponderEliminarprincipales responsables. En ese cambió dinástico que efectivamente implicó un cambió político raigal puesto que los Habsburgos se encontraban vinculados a la herencia histórica del Imperio Sacro Romano Germánico, lo cual les permitía persistir en una actitud de política clásica del Imerium. Mientras que los Borbones vinieron a romper con esa tradición política al sostener una forma moderna de concebir la monarquía y el imperio, lo que origino los graves trastornos y la crisis politica del imperio desencadenando su desintegración final. Pero obviamente al "españolismo" parece conformarse con indagar sus consecuencias conuna mirada miope, sin penetrar demasiado en el hueso de sus primeras causalidades.
MUY BUEN comentario de Unknown. No hace falta más nada para poner las cosas en su lugar.
ResponderEliminarMuy bueno. Gracias
ResponderEliminar