martes, 15 de noviembre de 2022

LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY ( 1°parte)*



Por: Alberto Ezcurra Medrano

PROLOGO

Para la inmensa mayoría de los argentinos el Paraguay se independizó en 1811. No es extraño que así sea, porque eso es lo que han aprendido desde niños en los manuales de Grosso y de Levene. Y si por casualidad llegan a enterarse de que Rosas consideraba al Paraguay como una provincia argentina, atribuyen esto a una simple genialidad del "tirano", fruto de su espíritu despótico, y no se preocupan de investigar todo lo que ha sido cuidadosamente ocultado por los cómplices de esa desmembración que lejos de ser la primera, como lo cree Levene, fué la última de las grandes mutilaciones del Virreinato del Río de la Plata. Explicar cómo se produjo y qué consecuencias tuvo, es el objeto de este breve estudio.

EL AISLAMIENTO

Producida la Revolución de Mayo, el Gobernador del Paraguay, que lo era entonces don Bernardo de Velazco, reunió el 24 de julio de 1810 una Asamblea de notables, en la que se adoptaron las siguientes resoluciones:

"1- Guardar fidelidad al Consejo de Regencia establecido en España a nombre de su legítimo soberano. "

2- Conservar correspondencia y amistad fraternal con la Junta de Buenos Aires, pero sin reconocerle superioridad. "

3- Formar a la mayor brevedad una junta de guerra que adopte las medidas conducentes a la seguridad y defensa de la Provincia".

Como Velazco continuaba reconociendo al Consejo de Regencia e intrigaba al mismo tiempo en favor de la Corte de Portugal, la Junta de Buenos Aires resolvió enviar a Belgrano, al frente de un ejército de 950 hombres, con el objeto de derrocarlo. Esta expedición —como es sabido— fué vencida en los combates de Paraguarí y Tacuarí, viéndose obligado Belgrano a capitular con el jefe del ejército paraguayo, coronel Cabanas. En virtud de esa capitulación, el ejército de Buenos Aires evacuó el Paraguay.

A pesar de su triunfo sobre Buenos Aires, no duró mucho tiempo el gobierno de Velazco, que indudablemente no respondía al sentimiento paraguayo. El 14 de mayo de 1811, una conspiración dirigida por el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, el capitán Pedro Juan Caballero y los hermanos Yegros, obligó a Velazco a aceptar la coparticipación de la autoridad con Francia y con Juan Valeriano Cevallos. De inmediato Velazco entró en tratos con los españoles, lo que provocó su deposición y arresto, que se realizaron el 9 de junio. Las causas de esa destitución, fueron explicadas en un manifiesto, en el cual se expresaba, entre otras cosas, lo siguiente:

"La conclusión general de todo esto es que el empeño de don Bernardo Velazco y de los individuos del Cabildo en sostener la total división de esta Provincia, sin querer arbitrar o tentar un medio de conciliar su reunión con su libertad y sus derechos, sin querer reducirse a enviar sus diputados al Congreso General de las Provincias, con el objeto de fundar una asociación justa, racional, fundada en la equidad y en los mejores principios de derecho natural, que son comunes a todos y que no hay motivo para creerse que hayan de abandonar u olvidarse por un pueblo tan generoso e ilustrado como el de Buenos Aires; ha sido una conducta imprudente, opuesta a la prosperidad de la Provincia y común felicidad de los naturales...”

Firmaban este manifiesto los siguientes jefes militares: Pedro Juan Cevallos, Fulgencio Yegros, Antonio Tomás Yegros, Mauricio José Troche, Vicente Iturbe, Francisco Antonio González, Juan Bautista Rivarola, Manuel Iturbe, José Joaquín León, Mariano del Pilar Mallada, Blas Domingo Franco, Agustín Yegros y Pedro Alcántara Estigarribia.

Así pues, la principal causa del derrocamiento de Velazco fué su política separatista y el móvil de los distinguidos jefes y oficiales paraguayos que firmaron dicho manifiesto no fué otro que la unión con Buenos Aires.

El 17 de junio del mismo año 1811 se reunió el Congreso de la Provincia, presidido por Francia y Cevallos, y el 19 el diputado Molas propuso lo siguiente:

"1º La creación de una Junta de Gobierno, compuesta de Fulgencio Yegros, doctor Francia, Pedro Juan Caballero, doctor Francisco Javier Bogarín y Fernando de la Mora. "

2° Que no solamente el Paraguay mantenga buenas relaciones con Buenos Aires, sino que se una con ella para formar una sociedad fundada en principios de justicia, equidad e igualdad.

"3º Que a este efecto se nombre diputado al Dr. Francia para representar a la Provincia en el Congreso General anunciado por la Junta de Buenos Aires."

4- Que se suspenda toda relación con España, hasta la suprema decisión del Congreso General de Buenos Aires".

A pesar de esta resolución, que fué aprobada por aclamación, el diputado no fué enviado a Buenos Aires, debido a la oposición del mismo Francia, que para ello había sido designado. Fué remitida en cambio una nota, la famosa nota del 20 de julio, redactada en términos algo vagos. Esta nota ha sido considerada como la notificación de la independencia paraguaya. Y sin embargo, si bien se sienta en ella la doctrina de la reasunción por los pueblos de sus derechos primitivos —ya proclamada por Moreno— y se establecen las condiciones bajo las cuales el Paraguay está dispuesto a la unión con las demás provincias, de ninguna manera proclama o notifica una independencia absoluta. Por el contrario, afirma, refiriéndose a la "Provincia del Paraguay", que "su voluntad decidida es unirse con esa ciudad y demás confederadas, no sólo para conservar una recíproca amistad, buena armonía, comercio y correspondencia, sino también para formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad".

En un bando del día 14 de septiembre, la Junta paraguaya declaró que "se felicitaba por el éxito de nuestra unión y negociaciones políticas con la ciudad de Buenos Aires" y porque "de un solo golpe recobramos nuestro lugar entre las provincias de la Nación, de cuyo número se nos quería borrar".

El tratado del 12 de octubre de 1811, negociado entre Francia por parte del Paraguay y Belgrano y Echevarría por parte de Buenos Aires, confirma la unión con las demás provincias argentinas. En el preámbulo establece que su objeto es "la unión y común felicidad de ambas provincias y demás confederadas". El artículo 1º acuerda las medidas de seguridad común a todas las provincias contra los enemigos interiores y exteriores de la Nación Argentina. El artículo 2º estipula para el Paraguay el cobro de derechos en la misma forma que en las demás provincias y para el fin de conservar la unión y seguridad nacional. El artículo 3º arregla el cobro del derecho de alcabala en el mismo sentido de unión nacional. El artículo 4º sujeta a la decisión del Congreso de todas las provincias la demarcación de los límites del Paraguay y Corrientes. Y el artículo 5º establece la unión federativa y alianza indisoluble del Paraguay con las demás provincias confederadas, bajo la base de la independencia de que cada una de ellas goza para su régimen interior provincial.

Todavía en nota oficial del 19 de agosto de 1812 el Gobierno del Paraguay declaraba que "no aprovechará jamás en trance alguno las ocasiones que pudieran dispensarlo de la obligación sagrada que contrajo con el pueblo de Buenos Aires, por impulso de pública utilidad y no por las miras de intereses y conveniencia temporal".

Desde 1813 se inició de hecho en el Paraguay la larga época de la dictadura del Dr. Francia y con ella una política de tendencia más que separatista, aislacionista. Si bien es cierto que el Congreso de 1813, como nuestra Asamblea del mismo año, dictó una serie de decretos qué parecían expresar voluntad de independencia, debemos hacer notar que nunca fueron comunicados en tal sentido a Buenos Aires. Y así el Archivo Americano podría decir años más tarde: "Ni renuncia ni retractación, ni reclamos, ni declaración de ningún género para anular las estipulaciones del tratado del 12 de octubre de 1811, jamás fueron hechos por el Dr. Francia ante el Gobierno Argentino"[1]. En cuanto al nombre de República del Paraguay y las armas y colores nacionales adoptados, no se trata de un caso único en nuestra historia. También hubo una República del Tucumán y una República de Entre Ríos y ni Aráoz ni Ramírez son hoy considerados como separatistas. La no concurrencia al Congreso de 1816, tampoco significa nada. Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes no estuvieron representadas y no por eso dejaron de pertenecer a la familia argentina.

El aislamiento paraguayo, bajo la dictadura de Francia, es perfectamente explicable. El hecho de que no haya declarado la independencia, es indicio suficiente de que Francia no se hubiese opuesto a dejar que se operase por sí misma la reabsorción del Paraguay en el conjunto más vasto a que pertenecía. Pero en la realidad ocurre lo contrario. Las Provincias Unidas del Río de la Plata, en vez de absorber, se disuelven. En Buenos Aires el Triunvirato, bajo la influencia localista rivadaviana, en vez de procurar atraer al Paraguay, adopta medidas arbitrarias, tendientes a dejar sin aplicación el tratado de 1811. Así mientras éste abolía el estanco de tabaco, declarando libre su comercio, el reglamento dictado por el Triunvirato el 1º de septiembre de 1812 dispone en su artículo 39: "Los tabacos extranjeros o de provincias separadas de la jurisdicción de este superior gobierno pagarán a su introducción duplicados derechos que los impuestos a los nacionales". Y se crea en Corrientes una aduana como "punto de frontera". El Paraguay protesta en una nota que marca el principio del aislamiento: "Por último —dice— concluímos que con Buenos Aires nada se adelanta, y nada hay que esperar, aun tratándose de la justicia y buena fe con que deben observarse los tratados". El año 1813, en que se acentúa el aislamiento, es precisamente el mismo en que la Asamblea del Año XIII rechaza la diputación oriental por el hecho de traer un pliego de condiciones que coincidía, en lo substancial, con los derechos otorgados al Paraguay por el tratado de 1811. Al año siguiente, Artigas, amigo y aliado del Dr. Francia, es declarado infame, privado de sus empleos, fuera de la ley, enemigo de la patria y puesta su cabeza a precio. Al mismo tiempo los gobiernos porteños, sin saber qué hacer con la independencia obtenida, comienzan la búsqueda ansiosa de un amo, sea bajo la forma de una monarquía extranjera, sea bajo la de una simple sumisión a Inglaterra. Viene luego el directorio de Pueyrredón y no sólo se intensifica dicha búsqueda sino que su ministro en Río, Manuel José García, hombre de espíritu colonial, negocia la invasión portuguesa a la Banda Oriental para concluir con la "anarquía" de Artigas. La invasión del enemigo tradicional se produce y Pueyrredón y su logia la toleran. Más tarde, ya vencido Artigas, el mismo Pueyrredón azuza contra el Paraguay al caudillo Ramírez. Una conspiración de amigos de éste es descubierta y ahogada en sangre. ¿Qué otra actitud podía asumir el Dr. Francia, ante semejantes hechos, que la de aislarse para preservar al Paraguay de la guerra civil y de la dominación extranjera? No arrancaba con ello a su provincia del tronco secular. Tal vez deseaba mantenerla íntegra e incontaminada para la hora de la patria grande.

Si por parte del Paraguay no se produce ningún acto de independencia, menos aún existe alguna actitud que la autorice por parte de Buenos Aires. La ley de 9 de mayo de 1825, por la cual la Argentina se desprendió del Alto Perú o el tratado de 1828, que dió la independencia al Uruguay, no tienen su similar en la historia de la desmembración del Paraguay.

En 1815, el Director Pueyrredón pidió al Gobierno paraguayo un contingente de 4000 hombres para el ejército nacional, y el doctor Francia se manifestó dispuesto a enviarlo, siempre que el gobierno general sufragara los gastos necesarios, que la provincia no podía hacer por su sola cuenta.

Al legislar el Gobierno Argentino, por decreto de 23 de noviembre de 1816, el cabotaje y navegación de los puertos de la República y de sus ríos interiores, dispuso que se considerase como cabotaje mayor, excluyendo de él a los extranjeros, "la navegación de los Cabos de San Antonio, al interior del Río de la Plata, en todos sus canales, riachos, ensenadas y puertos del Norte y Sud, Banda Oriental y Occidental, hasta los confines de la Provincia del Paraguay".

La Ley de Aduanas del 21 de agosto de 1821 sigue concediendo al Paraguay, a pesar de su aislamiento, privilegios correspondientes a pueblos de una misma nación.

En 1824 el comisionado del Gobierno Argentino, Juan García de Cosio se dirigió, desde Corrientes, al Dr. Francia invitándolo a enviar representantes al Congreso Nacional. No habiendo tenido respuesta la primera invitación, le hizo una segunda y luego una tercera, con igual resultado. Nótese que Francia, si bien no responde a las notas, tampoco las rechaza ni niega al gobierno argentino el derecho de invitar al Paraguay a un Congreso de orden interno. Sigue firme en su aislamiento; pero nada más.

En 1825 ocurre un episodio interesante, aunque sin trascendencia, en la historia de esta desmembración. El Gobierno de Buenos Aires había enviado a Potosí dos delegados, Alvear y Díaz Vélez, para cumplimentar a Bolívar y solicitarle su auxilio en la inminente guerra con el Brasil. Bolívar opone a ello la existencia de obstáculos insalvables; pero, ofrece en cambio ocupar el Paraguay, con el fin de permitir a sus habitantes disponer de su propia suerte, o de anexarlo directamente a la Argentina. El Gobierno de Buenos Aires eludió responder a esta proposición. Los historiadores bolivarianos lo critican por ello. Blanco Fombona afirma que el  propósito de Bolívar era formar en América estados fuertes y que a la política bonaerense de la época debemos la pérdida del Paraguay. Sin embargo —y aun suponiendo que se hubiese equivocado en sus móviles el gobierno de Las Heras— creemos que estuvo acertado en el rechazo. Se trataba de un asunto doméstico que era prudente resolver entre nosotros, sin intromisiones extrañas, por bien intencionadas que se las supusiese. Este episodio sin trascendencia, demuestra por otra parte que al genio indiscutible de Bolívar no había escapado lo absurdo de la división argentino paraguaya. Ese mismo año de 1825, comienza a disgregarse el viejo Virreinato. El 10 de julio, cuatro provincias argentinas, con el consentimiento del Congreso nacional, declaran su independencia, constituyendo la República de Bolívar, hoy Bolivia. Al año siguiente se les une Tarija. Dos años después, tras una guerra militarmente ganada, perdemos la Banda Oriental por un tratado debido a la diplomacia inglesa, a la incapacidad rivadaviana, y a la acción nefasta de Manuel José García, "el más incondicional servidor que ha tenido Inglaterra entre nosotros", como tan acertadamente lo califica Scalabrini Ortiz. El espectáculo que ofrecíamos al mundo no era como para invitar al Paraguay a salir de su aislamiento protector e incorporarse a una nación que se disgregaba. Si allá en su retiro de la Asunción alguna vez el Dr. Francia soñó con la Patria grande, debió ver en esos años desvanecerse su sueño con honda melancolía. Y así, con un Paraguay separado de nosotros por casi 20 años de aislamiento, de decepción y de resentimiento, entramos en la época de Rosas.

 

*Alberto Ezcurra Medrano. La independencia del Paraguay. Ediciones católicas argentinas. Bs As. 1941



[1]  Archivo Americano. Septiembre 9 de 1848. Pág. 28.