Por el Dr. Gonzalo V. Montoro Gil
I – INTRODUCCIÓN.
Domingo F. Sarmiento es un personaje de nuestra historia
que, a rigor de los elementos que aquí se aportarán, podemos decir que resulta prácticamente desconocido para la mayoría de la gente.
Se ha intentado formar una imagen de Sarmiento como la de
una persona afable, bonachona de carácter sencillo, de rigurosa moral,
educador, emprendedor, visionario, etc. Todo lo cual resulta ser falso, juzgado
a la luz de sus propias palabras y actitudes por él descriptas.
Justamente el criterio para conocer y evaluar la
personalidad de algún personaje histórico, en forma correcta, con sus vicios y
virtudes, debe ser el siguiente:
1) Basarse en hechos documentados;
2) Esos documentos emanar del propio sujeto objeto del
estudio ;
3) Demostrar comparativamente, con dichos textos, las
propias contradicciones de fondo ( o no), y el fondo moral, línea de conducta,
de la persona a investigar;
4) La etopeya de quien se estudia. Es decir, que los
acontecimientos históricos no son por sí mismos nada, si no se consideran en su
relación con el sujeto histórico que los produjo, con la persona, con el alma
que los verificó.
Es decir, cuando se estudia a un hombre, se deben estudiar
no sólo sus actos, sino también su carácter personal, el de sus acciones y el
de sus costumbres.
Así, la historia interpretada, deberá consistir
necesariamente en la etopeya de la argentinidad en la descripción de los rasgos
espirituales, que constituyen las estructuras permanentes del alma Nacional.
El error en el estudio de la Historia y de la Política en
general, consiste en anteponer una idea política ó social preconcebida a la
realidad.
Es anteponer un esquema abstracto como molde, y tratar de
insertarlo en la realidad viva de nuestra esencia, es decir, de lo que ya
somos. Así piensan y actúan quienes pretenden “crear• una “Nación” a su gusto,
lo cual dicho sea de paso, ya está creada y tiene una vida propia que nos
trasciende: anterior, posterior y superior, a quienes contemporáneamente y
circunstancialmente forman.
Pretender “crear” una Nación, repito, en base a un “Librito
Mágico” ó a razonamientos de laboratorios, e insertarlos en el cuerpo vivo de
la sociedad, se adapte a ello o no, es lo que comúnmente se denomina
“ideologías”.
El profesor Genta decía que “…las ideologías son
esquemas mentales elaborados en base a abstracciones que parcializan la
realidad , o ,de generalizaciones abusivas de la experiencia… ”(1)
Así, el populismo, el clasismo, y el socialismo, como el
culto idolátrico al número como verdad absoluta, son distintas clases de
ideologías. Esta última, una ideología reciente en nuestro país, pero con una
antigüedad un poco mayor en el mundo, desde la subversiva revolución francesa,
es un culto ciego al número por contraposición a la realidad, que es una
categoría permanente de la razón.
El profesor suizo Gonzague Reynod nos habla sobre el famoso
y nunca entendido correctamente “contrato social”, un “estatuto del egoísmo
personal”, y nos dice que “…la voluntad constante de todos es la Voluntad
General. Cuando una Ley es propuesta a los electores, lo que se desea saber no
es precisamente si aprueban o rechazan la proposición, sino si está de acuerdo
con la Voluntad General. Cuando la opinión opuesta a la mía prevalece, ello
significa tan sólo que yo estaba equivocado, y que lo que supuse, la Voluntad
General, no existía. Si mi opinión particular hubiere, en cambio, prevalecido
(contra la mayoría) yo hubiese hecho otra cosa de lo que hubiese querido hacer (sic)…”
(2). Así como se ve hoy en día que “sólo el 30% de los electores desea votar”,
(La Nación 24 de setiembre de 1983).
La población rechaza, pues, el sistema, aunque se verá
“obligada” a su “derecho democrático” de ejercer el voto (!), so pena de
severas sanciones administrativas, penales, y civiles. Lo irracional manda. Ya
decía Veuillot que “…pensar de manera distinta a aquellos que se dicen
“tolerantes” ( partidócratas) es algo que el “partido de la
tolerancia” (partidos políticos) no puede tolerar (sic)….”
(3). Muy democrático!.…
Un aspecto particular de la vida de Sarmiento que trataremos
primeramente, es su llamada política educativa, luego analizaremos su faz
política propiamente dicha.
II – POLÍTICA EDUCATIVA
Con respecto a su “política educativa”, densos volúmenes han
sido escritos para glorificar en Sarmiento su alma de educador. Lo que
constituye una falacia más de nuestra historiografía oficial, porque como luego
se verá, Sarmiento no fundó escuela alguna. Él mismo reconoce su fracaso como
pedagogo, y su propia impotencia, torpeza, e ineptitud intelectual.
“Al cumplir 45 años, en 1856, Sarmiento contaba solamente
con unos pocos meses de maestro elemental en Santa Rosa de Chile, donde fue
exonerado; algunos meses en San Juan, en el Colegio de su tía, la rectora
fundadora Doña Tránsito de Oro, de donde escapó de la furia de la población,
salvando milagrosamente su pellejo; y, finalmente, estuvo casi 2 años de
Director de la Escuela de Preceptores de Chile, en donde coronó su labor con un
rotundo fracaso como maestro, expulsando al 93 % del alumnado. Durante el resto
de su vida, jamás dio clase ni dirigió escuela alguna particular….” (4).
En 1856 fue nombrado Director de Escuelas de Buenos Aires,
cargo en el que permaneció tres años y no fundó escuela alguna, ni nombró
maestro alguno como consta en el Registro Provincial y como el mismo Sarmiento
lo reconoce (5). El 9 de agosto de 1858 el presidente de la Comisión de
Educación de la Municipalidad, Senador Nacional Don Gabriel Flores informa que
“…las escuelas públicas, bajo la dirección del Departamento de Escuelas,
desde que el actual jefe lo preside, marchan a su completo fracaso …” (6).
El mismo Sarmiento dice que fundó dos escuelas, la actual José Manuel Estrada,
y otra edificada en una finca confiscada a Rosas en Moreno y Perú, pero
posteriormente reconoce que “…fue íntegramente suscripta por los vecinos…”
(7).
Entre 1866 y 1868, siendo Embajador en EE.UU., propone
formar “…una colonia norteamericana en San Juan … con los emigrados de
California se está formando en el Chaco una colonia norteamericana que puede
ser el origen de un territorio, y un Estado Yankee con idioma y todo…” (8).
Patético. Se ve claramente la catadura moral, su ideologismo y su poca
envergadura intelectual que lo hace soñar y desvariar, delirando con una
Argentina-colonia desarraigada.
Éste es el “pro – hombre” que desde hace tantos años quieren
hacernos entrar como un chaleco de fuerza, como un adalid de la cultura,
cuando, por ejemplo, como él mismo dice, despidiéndose de la Jefatura del
Departamento de Escuelas en 1881: “… no se ha construido una sola escuela en
más de 20 años” (9). Si Sarmiento lo dice …
En 1881, Roca lo nombra Superintendente General de Escuelas,
cargo en el que duró pocos meses, por inepto y por pelearse con todo el mundo:
Estrada, Goyena, Dardo Rocha.- De Guido y Spano dijo “…¡¡¿Cómo voy a
gobernar al Consejo de Educación con un burro como Guido y Spano ?!!…”
(10).
El mismo Sarmiento reconoció derrotado en 1878 “… que la
educación estaba más difundida en 1800 que ahora. La educación se ha detenido y
atrasado. El nivel es deplorable….” (11). En 1878 en el Senado sentenció
soberbiamente “…la educación Universitaria no interesa a la Nación, ni
interesa a la comunidad… Nuestro pueblo es uno de los pueblos más
exquisitamente ignorantes que yo conozco…” (12). La Nación y los
estudiantes agradecen las palabras de Sarmiento celebrando el “día del
maestro” el día de su muerte…. ¡Y así andamos…!
En realidad, todo lo que se atribuye a Sarmiento en el campo
educacional y pedagógico es obra de Nicolás Avellaneda, que se manejaba con
absoluta independencia con respecto a la persona de Sarmiento. El propio
Avellaneda dice que “… la firma de los decretos por Sarmiento, daba
prestigio a mis actos, sin embargo su acción se redujo a ésta acción moral…”
(13).
Así pues, poco le debe el país a Sarmiento, ni siquiera en
su faz educadora, la cual se puede afirmar que en los hechos, tal como se
documenta, no existió. Lo que sí nadie tan mal educado. El diario “La Nación”
escribía por aquella época “…Sarmiento es el hombre más grosero y peor
educado de la sociedad…”. La prédica vana, vacía, insolvente, anárquica.
Su vanidad y egolatría eran patológicas. Sarmiento mentía,
mentía siempre: en 1882 ocupó el cargo de Secretario General de la masonería y
cuando antes, en 1880 habíase presentado como candidato a Presidente de la
República, él negó públicamente su condición de Masón, pero en la logia
exclamó: “… ¡Yo sólo he cumplido con la consigna masónica de no revelar mi
carácter de tal…” (14).
Sarmiento utilizaba la mentira, la intriga y la violencia
como método y sistema (Paunero uno de los procónsules de Mitre, le decía a éste
que Sarmiento era un “déspota Jacobino”).- Él lo reconoce en carta a su amigo
Manuel Rafael García, el 28 de octubre de 1868; siendo nada más y nada menos
que Presidente de los argentinos: “…¡Si miento lo hago como don de familia,
con la naturalidad y la sencillez de la verdad !…” (15).
¡He aquí al “prócer” (sic), el “Gran sanjuanino” (sic) , “el
¡educador!” (sic). Símbolo y guía para todos los argentinos que siguen viviendo
en el fraude sobre su historia, porque siguen alimentándose del error y de la
mentira, base de toda ideología; error y mentira prescripta que ha sido elevada
a dogma indiscutible e indestructible, sin más testimonio que la avale, que las
palabras grandilocuentes y los deseos fundados en intereses particulares y/o
foráneos.
III.- POLÍTICA PROPIAMENTE DICHA
Con respecto a su “política propiamente dicha” comienza, por
así decirlo, como periodista en Chile luego de haberse fugado milagrosamente
con vida de su país, habiéndose escondido debajo de la cama, salvándolo el
Gral. Benavidez.
Desde aquél país, indujo al mismo “…con singular tesón, a
seguir con aquel paso (el de ocupar el estrecho de Magallanes) …”
escrito en el Diario “La Crónica” del 5 de agosto de 1849 (16). Así lo repite
en el mismo diario el 15 de noviembre de 1849; nótese que habla como si fuese
chileno: “…en recompensa de nuestros esfuerzos nos prometemos ser nombrados
diputados, cuando menos alguna legislatura por la Provincia de Magallanes,
cuyos principios y población hemos favorecido tanto…” (17).
Sarmiento, haciendo uso de su traición, su trampolín al
poder, descubre que casi toda la Patagonia pertenece a Chile; así el 11 de
enero de 1843 ya declaraba en el Heraldo Argentino que “…los argentinos
residentes en Chile desde hoy debemos vivir sólo para Chile, y en ésta nueva
afección deben ahogarse las antiguas afecciones nacionales..” (18).
El 25 de Mayo de 1900 siendo Ministro de Chile en la
Argentina (¿?) (sic) declara en forma solemne y altisonante “..soy declarado
por unanimidad bueno y leal chileno, ¡ay del que persista en llamarme
extranjero…” (19). Cuando el gobierno argentino sale en defensa de nuestra
soberanía patagónica, Sarmiento escribe el 11 de marzo de 1849 en el periódico
“La Crónica” que “…los derechos de Chile el gobierno de Buenos Aires debe
por decoro cuidar de no atropellar…, para Buenos Aires es una posesión inútil,
… ¿qué hará Buenos Aires con el Estrecho de Magallanes ? ¡mejor que ocupe el
Sur hasta el Colorado y el Negro y deje el estrecho al quien lo posee con
provecho! …Magallanes pertenece a Chile por el principio de Conveniencia propia
sin daños de terceros…” (20).
Este agravio a la Nación de un ser que reniega de su país,
es decir, un descastado, llega al asombro de sugerir que toda la Patagonia le
correspondería a Chile, porque a renglón seguido dice que “…quedaría por
saber aún si el título de erección del Virreinato de Bs. As. expresa que las
tierras al sur del Mendoza entraron en su demarcación; que, a no serlo, Chile
pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las Provincias
de Cuyo…” (21).
Del mismo modo, pero más contundente aún, dice en “La
Crónica” del 4 de agosto de 1849 “…no se me ocurre en mi simplicidad de
espíritu cómo se atreve Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos
al estrecho de Magallanes… sus reclamos están desnudos de todo fundamento…”
(22).
Esto hace muchos años se llamaba “traición” pero parece que
actualmente parece que actuar así es un pasaporte seguro, en nuestro país, para
llegar a ser un ¡héroe nacional! El diario “La Nación” que era un diario
Mitrista se expresó contra Sarmiento en innumerables ocasiones, pero basta un
ejemplo: lo escrito el 4 de octubre de 1868, fustigando a Sarmiento diciéndole
“… Ud. ha sostenido en Chile contra su patria los pretendidos derechos de un
país extranjeros para despojarlo de su territorio…no creo que haya ningún
hombre que intente justificar al Sr. Sarmiento, pues todo pueblo del mundo ha
condenado terriblemente a quien atenta contra la integridad de su propio país…”
(23). Y así ha sido: despreciado por el pueblo argentino y exaltado por los
funcionarios de turno y docentes enciclopedistas que no hacen más que repetir a
lo largo de los años la historia según el “Billiken”.
¿Qué piensa Sarmiento de organizar una marina?
Entre muchas sinrazones nos quedamos con una que expresa
mejor su cortedad moral y política, al escribir desde el Diario “El Nacional”
el 7 de mayo de 1879 “….las costas del sur no valdrán nunca la pena de crear
para ellas una Marina. ¡Líbrenos de ello y guardémonos nosotros de
intentarlo!…. El día que Buenos Aires vendió su escuadra hizo un acto de
inteligencia que le honra. No debemos ser Nación marítima….” (24).
Pero, se ha rendido un homenaje a quien ha abominado de la
marina durante toda su vida, como así también de las FF.AA. en general, y lo
que ella representan: la custodia y defensa de nuestra soberanía territorial y
marítima. Así, en setiembre de 1972 el entonces Director de la Escuela Naval,
Capitán de Navío Roberto Ulloa, rindiendo homenaje a Sarmiento diciendo (sin
saber nosotros si sabía lo que estaba diciendo) que ”…la demostración más
que un deber de gratitud (¿?) implica, además, un compromiso
de vigencia real. Aquí estamos para ratificar públicamente nuestra fe en los
valores que defendió Sarmiento (sic), de los que la Escuela
Naval Militar se siente custodio (resic), y así lo ha
demostrado en su labor fecunda…” (25). Grotesco. Es como decir, que le
agradecemos al verdugo habernos degollado.
Gracias a Dios -como dice el historiador Patricio José
Maguirre, miembro de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, egresado de
la Escuela de Defensa Nacional, etc.- ningún egresado de la Escuela Naval
entregó la Patagonia a Chile, ni las Malvinas a Inglaterra, ni renegó de su
patria por un salario (Sarmiento cobró 5 sueldos conjuntamente, del presupuesto
nacional), es decir, una persona a la que Mitre, presidente de la Nación, lo
designa representante diplomático en 1864 en EE UU, ante su total ineptitud
como Gobernador de San Juan en 1864 mismo, diciendo que Sarmiento era
sencillamente “inaguantable” (26).
También Félix Frías, sostuvo agrias disputas con él, y Pedro
Goyena dijo de Sarmiento en 1883 “…Sarmiento, un asalariado de Chile,
sostuvo que las tierras australes de la Argentina pertenecían al que arrojaba
la moneda en su rostro de escritor venal…” (27).
¿Qué opinaba Sarmiento de las Malvinas? Oigamos de sus
propios labios la respuesta “patriótica”, en el diario “El Progreso” el 28 de
noviembre de 1842: “…La Inglaterra se estaciona en las Malvinas para
ventilar el derecho que ella tenga. Seamos francos: Esta invasión (¡por
lo menos lo reconoce!) es útil a la civilización y al progreso (de
Inglaterra y Chile, suponemos)…” (28).
El mismo Sarmiento dijo posteriormente “…¡Lástima grande
que los habitantes de Buenos Aires no conocieron en aquel momento las
instituciones inglesas, pues en aquel momento (se refiere a las
invasiones inglesas) perdimos 50 años de civilización” (29).
¿Qué pensarán de esto los miles de combatientes que pelearon
en 1982 contra la invasión inglesa a las Malvinas? ¿Qué pensarán los familiares
de quienes allí murieron? ¿Qué pensarán en especial, los marinos de este alarde
de entrega y traición? No importa. Recordar que el 11 de septiembre es el “Día
del Maestro” es hoy en día, el parecer, cívico homenaje… Así se viene educando
a los argentinos, con una historia oficial aguachenta, insulsa, armada y
recreada para consumo masivo. ¿Este es el Hombre que defendió -según el capitán
Ulloa- nuestros valores? ¡Qué orfandad de conocimientos políticos y que peligro
que ello encierra!
Ya los grandes pensadores clásicos como Maeztu, Menéndez y
Pelayo, Azorín, Balmes, Maurras, La Tour du Pin, Fichte, etc. decían y dicen,
con razón, que ninguna nación será grande si no es consciente de sí misma, de
su pasado con sus grandezas y miserias. Es decir, no sabremos nunca lo que
somos y queremos ser, si no sabemos lo que hemos sido.
Quizás viene a colación y es aplicable al caso que nos toca,
lo dicho por Saavedra, cuando en 1806 -primera invasión Británica- Castelli,
Vieytes, Beruti, buscaron el apoyo del General Beresford para obtener la
independencia bajo la tutela británica, ante ello, Saavedra exclamó con irónico
sarcasmo “…¡qué bellos sentimientos de Independencia…!” (30).
Sarmiento también participó en la idea, en 1843, de
Florencio Varela, otro “prócer”, de segregar las provincias de Entre Ríos,
Corrientes, Misiones, para constituir con Uruguay una Nación aparte. En sus
visiones proféticas de lo mediocre y rastrero, llegó a soñar en formar un
¡estado yankee en el Chaco! En carta a María Mann, el 23 de enero de 1866 le
dice “…imagínese lo que sería una colonia Norteamericana en San Juan
produciendo plata y educando al pueblo…” y en carta del 1 d abril de 1868
le escribe diciendo que “con los emigrados de California se está formando en
el Chaco una colonia norteamericana. Puede ser el origen de un territorio, y un
día, de un Estado Yankee (con idioma y todo)…” (31). Estas expresiones
denotan la falta de equilibrio y delirios extravagantes que tenían el carácter
y personalidad de Sarmiento.
Nótese el contrataste con respecto a Juan Manuel de Rosas,
cuando éste en el momento de la derrota de la Confederación Peruano-Boliviana,
al mando del General Santa Cruz, rechaza las pretensiones de varios federales
de “aprovechar” la anarquía de esa zona para apoderarse de Tarija, por la
fuerza, en lugar de buscar dicha situación por medio d acuerdos y tratados: en
carta a don Angel Pacheco el 17 de noviembre de 1841 y Manuel Oribe el 12 de
enero de 1842 en la cual en esta última, trasciende de los meros hechos para
transcribir párrafos escritos en la carta a Pacheco donde dice: “…y con
respecto a Tarija, no es digno de la República Argentina incorporarla
nuevamente por la fuerza, ni reclamar nuestros derechos en circunstancias que
Bolivia se haya envuelta y afligida en terrible anarquía. Que esto debe ser
obra de la paz, por negociaciones pacíficas y dignas y honorables, en que por
un tratado quede restituida, lo que no nos será difícil conseguir así que
Bolivia se encuentre en perfecta tranquilidad, presidida por un gobierno justo
y verdadero amigo, con el que conseguiremos también otro de límites y comercio…
que la guerra fue contra Santa Cruz, no contra Bolivia…” (32).
Esta es una de las cartas del “degollador” y “bárbaro” Rosas
que nos muestra y enseña nuestra historiografía pero que demuestran el criterio
y justeza de principios que sustentaban su accionar político prudente y recto,
no aprovechando una situación fáctica para hacerse de Tarija, por la razón, que
hoy parecerá prosaica, de que no correspondía.
Su clarividencia y genio diplomático, su tacto sociológico,
a la par de un Napoleón o Clausewitz, queda reflejado en la calidad moral e
intelectual de los hombres que lo rodeaban, entre ellos Felipe Arana, Tomás
Guido, Eduardo Lahitte, Lorenzo Torres, Baldomero García, Tomás Anchorena,
González Peña, Campana; precisamente el 26 de maro de 1842, el primero de los
nombrados le escribe al segundo una carta en la que expresa “…no se me
oculta que bien conocen los soberanos europeos cuánto vale en el Nuevo Mundo la
subdivisión de los Estados y las influencias comerciales que ejercen (¡si
no que se lo pregunten a Sarmiento, Mariano Acha, De Vedia, del Carril, Varela,
Paz, Fructuoso Rivera, etc.!) pero no por esto ni podemos ni debemos
dejar de hacer los últimos esfuerzos para afianzar nuestra independencia y
garantizar las libertades públicas…, etc” (33).
El contraste es demasiado claro y contundente: Por un lado
esta última luminosa comprensión del momento actual y el sentido de equilibrio
del Gral. Rosas que no aprovecha una coyuntura favorable para, por la fuerza,
lograr algo que el entendía no era ni el modo ni el medio correcto
aprovechándose de la debilidad del vecino; y por otro: el esquizofrénico y
alucinado Sarmiento que imponía su autoridad a degüello, como surgen de sus
propias palabras, cuando por ejemplo, en su “Proyecto de Reorganización Argentino”
de 1845, al propiciar la presencia del general Paz, dice que “…a los que no
reconozcan a él debiera mandarlos ahorcar, fusilar, degollar. Este es el medio
de imponer en los ánimos mayor idea de autoridad…” (34). En carta a
Aristóbulo del Valle en 1880 decíale; ” aquí en este país, no puede
haber más política que la del garrote y la macana…” (35). Este es el
“liberal” Sarmiento ¿Será este el ideal sarmientino que quiere imponerse e
inculcarse como un chaleco de fuerza sobre el cuerpo real de la Nación?
¿Querrán nuestros “educadores” educarnos como prescribía Sarmiento que debía
educarse, es decir : ¿a garrotazos!?
Al imponerse, desde la derrota argentina a manos de Brasil y
sus aliados llamados por la traición del Gral. Urquiza en 1852, el ejemplo
“democrático” de Sarmiento y sus ideas Pseudopolíticas ¿quieren decirnos que
debemos emplear el terror, la mentira elevada a sistema, para desmembrar la
Nación, como deseaba imperiosamente Sarmiento? Este interrogante, irónico,
surge porque en 1857, en las elecciones ganadas por la banda de Sarmiento, éste
prescribe el 17 de Junio a Domingo de Oro, el método “Liberal” utilizado: “…para
ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror
que, empleados hábilmente, han dado este resultado. Los gauchos que se
resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo y
quemados sus ranchos, perdiendo sus escasos bienes y hasta su mujer.
Establecimos depósitos de armas, cantones de gente armada, encarcelamos a los
complicados en una supuesta conspiración, y bandas de soldados armados
recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el
terror que sembramos el día 29, que triunfamos sin oposición. Esta es la
palanca con que siempre se gobernará a los porteños, que son unos necios,
fatuos y tontos…” (36).
¡Digno hijo de la Revolución Francesa!. Sarmiento puede
reclamar, con todo derecho, la filiación como hijo legítimo de la Comuna de
París. No existe mucha diferencia entre el frío y sanguinario Maximilian
Robespierre y su aventajado y descastado alumno americano.
Este es el hombre que nos han inculcado y nos inculcan como
el más grande “civilizador” contar la “barbarie”. El error no sólo es grave
sino que se vuelve criminal cuando es adrede. Nos han inventado una historia de
consumo. Lo peligroso es lo dicho al principiar este ensayo: Si no sabemos lo
que fuimos no sabremos lo que somos y hacia donde queremos ir. Es como un
principio matemático: Errado el principio fundacional o esencial, todo el
razonamiento posterior por más logicidad que aparente, que tenga, conducirá a
un error. Hoy a eso lo llamamos “ideología”.
Urquiza le escribía a Mitre en 1852 diciéndole ofuscado que
“…Sarmiento era un loco, intrigante, pretencioso y anarquista…” (37). El
4 y 6 de octubre del mismo año el diario La Nación lo describe con pocas pero
certeras palabras “…es un abogado de un gobierno extranjero contra su propio
país…”.
¿Qué decir de Sarmiento y su amor por la entrega física y
espiritual de la Argentina? La respuesta la tendremos de los propios labios del
Gral. San Martín en carta a Gregorio Gómez “…¡No aprobaré jamás que un hijo
del país se una a una nación extranjera para humillar a su patria!…”, y en
carta a J.M. de Rosas define el 10 de mayo de 1839 “…pero lo que no puedo
concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de
partido (argentina, dixit) se unan al extranjero para
humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en
tiempos de la dominación española, una tal felonía in el sepulcro la puede
hacer desaparecer…” (38).
Sarmiento se sabe aludido y molesto e irritado, durante años
despotricó contra San Martín. En 1846, 4 de septiembre, le escribe a su amigo
Antonio Aberastain y entre otros denuestos antiargentinos, le dice: “…San
Martín es ahora un ariete descontrolado, ve en Rosas al defensor de la
independencia amenazada. Aquella inteligencia declina y todas sus ideas se
confunden…” (39).
Al entregar, de hecho y de palabra, la Nación a hombres e
intereses ajenos, de parte de Sarmiento, denota “per se”, la pérdida y el
desquicio de todo decoro intelectual y moral que fuera patrimonio y honra de
nuestros compatriotas, que jamás se habrían permitido hablar mal de nuestra
Nación; hecho avergonzante, pero comprensible en el desequilibrio psíquico de
Sarmiento por sus frustraciones juveniles en lo atinente a su tan promocionada
“docencia”, la cual como se vio no existió.
La egolatría de Sarmiento se manifiesta en el juicio que él
tenía de sí mismo. Con humildad reconoce en 1843 que “Jamás he reconocido
otra autoridad que la mía. Soy el juez de la importancia de un libro, sus
ideas; y de esta falsa posición (¡por lo menos lo reconoce!) ha
nacido la independencia de mi criterio…” (40) confesando, también que “…los
Sarmiento tienen una reputación de embusteros heredada de padres a hijos, la
cual nadie niega (¡!)…” (41).
Sarmiento se enorgullece de ser embustero, e hijo de
embusteros y mentirosos. Se considera a sí mismo una deidad y la mentira es
para él un arte que maneja día a día y la perfecciona. En carta a Rafael
García, el 28 de Octubre de 1868 reconoce que “SI MIENTO LO HAGO COMO DON DE
FAMILIA, CON LA NATURALIDAD Y SENCILLEZ DE LA VERDAD (¡!)…”
(42). Poco se puede agregar a esta confesión de Sarmiento, lo que sí no puede
negársele es su gran capacidad de hipocresía y cinismo, dado que debe existir
pocas personas que se jactan de sus propios defectos.
La historia “plastificada” comienza en Caseros; lo reconoce
el propio Sarmiento “ …La batalla, para el público, puede leerse en el
boletín Nº 26: Novela (¿?) muy interesante que tuvimos el
honor de componer Mitre y yo… ” (43). Posteriormente continúa con la
mistificación de los personajes históricos. “El “Facundo” fue fruto de la
inspiración del momento …sin auxilio de documentos…con el propósito de acciones
inmediatas…más adelante echaré al fuego de buena gana cuantas páginas
precipitadas he dejado escapar en el combate…” (44). En el diario “Crónica
del día 26 de diciembre de 1853, se felicita a sí mismo de sus calumnias
reconociendo que en su “Facundo” “…los muchos errores que contiene son una
de las causas de su popularidad….”.
Esa insistencia de Sarmiento en vanagloriarse de sus
mentiras, errores adrede, falsedades, dan una acabada idea de agrado de
paranoia y de afán de poder enfermizo que precede sus actos; tal como el mismo
Sarmiento lo reconoció, pues cuando se refiere a “Recuerdos de Provincia” dice
”…éste es un cuento que se refiere a un loco y no significa nada(¿?)…”
(45). A aquel primer libro (Facundo) se refiere Alberdi diciendo que “…además
de estar lleno de máximas inmorales y maquiavélicas, es un libro pernicioso,
como calumnia y satiriza a la Argentina y su sociedad…” (46).
Demos un ejemplo más de la autoglorificación de Sarmiento y
su protagonismo en la falsificación de nuestra historia: al escribirle a
Avellaneda el 16 de diciembre de 1865, le dice sin empacho alguno, “…los
unitarios los han suprimido (se refiere a los tratados firmados entre
unitarios y federales) con aquella habilidad con que sabemos
rehacer (¡!) la historia…”. Exacto. Prueba concluyente
sobre la mentira como sistema, en la cual se “construye” nuestra “historia
oficial” (sic).
Sarmiento, a lo largo de toda su vida, vitupera y calumnia
sin ton ni son, sin desmayos. En sus juicios se nota, no solo una
desinformación, sino una falta de cultura que hace ver su poca inteligencia, su
corta visión, aunque, por supuesto, no su astucia. Así, por ejemplo dice que “…EEUU
es el único país culto en toda la tierra. España es inculta y bárbara. En 300
años no ha producido un solo hombre que piense, un solo escritor de nota,
ningún filósofo, ningún sabio. Es la nación más pobre que se conoce…” (47).
Menéndez Pelayo, es uno de ésos “incultos” a los que refiere Sarmiento diciendo
que “…hace alarde de la más crasa ignorancia…”.
¿Qué piensa Sarmiento de los gauchos, de los humildes, de
los huérfanos? Los gauchos son “una Chusma de haraganes” dirá en el
diario “El Nacional” del 3 de febrero de 1857. El 20 de setiembre de 1861 le
recomendaba a Mitre “…no trate de economizar sangre de gaucho. Este es un
abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla
(¿él no lo era?) incivil, bárbara, es lo único que tienen de seres
humanos” (48). “.. el estado no tiene alma. No tiene caridad. Si los
pobres se han de morir, ¡que se mueran!(¡que nobles sentimientos!) el
mendigo es como la hormiga: Recoge los desperdicios, los huérfanos son los
últimos seres de la Sociedad. No se les debe dar más que comer…” (49).
Para Sarmiento, los argentinos, los que pelearon contra los
españoles por la independencia, contra los franceses, contra los ingleses,
contra los brasileños, sólo tienen de seres humanos, su sangre. Sarmiento dice
que el Estado no tiene alma: La realidad es que un Estado representa lo que son
quienes lo representan, por lo tanto, un Estado será abusivo, absolutista, ¡sin
alma!, si quienes lo presiden son seres abusivos, absolutistas, sin alma, por
ejemplo del propio Sarmiento que fue presidente…
Sigamos los argentinos en el error, sigamos en la mentira de
la historia “inventada” (palabras de Sarmiento). Sigamos creyendo en el “ideal
sarmientino”, sigamos levantando templos y monumentos en su nombre, sigamos
renegando de nosotros mismos y educando a nuestras generaciones en al impiedad
y nada quedará de nosotros, sino tan solo seres sin conciencia, sin pasado, sin
memoria, pasto de quienes quieren diluir nuestras fuerzas, y que sí saben lo
que quieren y como lograrlo, debilitando el espíritu nacional, con una
gigantesca y organizada y pausada acción que poco a poco nos va disolviendo en
las contradicciones con la realidad que ella acarrea. Así una vez, debilitados
en nuestras defensas, mansamente seremos, ya definitivamente, juguete de
quienes como ya sabemos, no tienen más patria que el billete… finalmente como
diría George Bernanós, quizá seremos fusilados por curas bolcheviques…
Una prueba más sobre el desprecio por su patria y sus hijos,
que sentía Sarmiento, se evidencia cuando en 1871, siendo presidente de un
“estado sin alma”, el pueblo padece la famosa “fiebre amarilla” que segó la
vida de miles de personas. Sarmiento huyó despavorido. Pasó por Mercedes y
luego a Chivilcoy. Entonces la ciudad quedó acéfala por cuatro meses. Tan grave
fue la situación que se crearon dos diarios dedicados a dar noticias de la
epidemia: “El Boletín de la Epidemia” y “Marcha de la Epidemia”. De aquí
extrajo el académico historiador Dr. José Luis Molinari algunas referencias
acerca de ese “paladín y prócer” que se llama Sarmiento: “…Aún no se ha
podido descubrir en ninguna de las listas de suscripción popular los nombres
del presidente Sarmiento y sus Ministros. Al que haga el descubrimiento se le
dará una buena gratificación…cuando el presidente de la República, obedeciendo
a un instinto de conservación excesivamente pronunciado (eso y decir que era un
cobarde, es lo mismo) emigró a Mercedes… No cabe nulidad mayor que la que reúne
el hombre que tan contra el sentido común y las instituciones de esta Nación,
nos preside; Diógenes, con toda su calma se hubiera visto apurado para
encontrar otro ser menos digno del honroso y elevado puesto que el Sr.
Sarmiento ocupa…pero que un pueblo, tras la más pésima de las administraciones,
deje continuar cínicamente en el poder al hombre que lo abandona en el medio de
la desolación y el espanto, sin valor para afrontar el peligro, es cosa que la
imaginación se resiste a creer. El pueblo ha luchado solo y tiene derecho para
decirle a quien le dio las espaldas: ¡huye de aquí, cobarde y no me hagas solidario
de una afrenta que es absolutamente tuya!…” (50).
Es lapidario. Aquí surge el perfil nítido de Sarmiento, y el
concepto que de él se tenía. Y surge una pregunta: ¿Puede ser posible que la
desintegración nacional que sufre día a día nuestra Argentina tenga como origen
la falsificación de la historia? ¿y con qué fines? Sabemos que toda nación
tiene hombres arquetípicos, los cuales se muestran como ejemplo de generación
en generación, a fin de actuar o imitarlos, así como toda persona tiene como
ideal de vida determinados próceres e intenta imitarlos y ajustar sus vidas y
sus conductas a la de esos hombres elevados a ejemplos y guías.
Son necesarios los arquetipos, como normas de conducta, como
normas a las cuales ajustar conductas. Si una Nación toma como guía a hombres
supuestamente virtuosos pero que en realidad no lo son, las consecuencias con
el correr del tiempo serán funestas: caeremos en el error, provocado
premeditadamente, día a día se perderá la identidad y creyendo ser lo que nunca
fuimos, se cumplirá el sueño de Mitre de “…enterrar históricamente a
nuestros prohombres…” (51), lo que en verdad implica enterrar la Nación
real, histórica. Así “enterraron” a San Martín el cual según Sarmiento “…castigado
por la opinión, expulsado para siempre de América, olvidado por 20 años, es una
digna y útil lección…” (52). He aquí, lectores, Sarmiento y su verdadero
rostro, sin máscara, sus intenciones y su desprecio por el Libertador.
Sarmiento era un anarquista en todo el sentido de la
palabra: Brutal, disolvente, ególatra, subvertidor del orden; y queda
patentizado en el panegírico que hizo de Garibaldi al decir que “…Garibaldi
es una gloria Argentina (¿?), una gloria de América (¿¿??) …”
(53).
En realidad, como dice Héctor Daliadiras “…Garibaldi
saqueó el litoral, arrió la bandera argentina en 1842 en la Isla Martín García
e izó la bandera inglesa. Menos mal que Brown lo derrotó en la gloriosa batalla
de Costa Brava…” (54). Pero no importa, para Sarmiento era “una gloria
argentina”. Brown le decía a su mujer con respecto a la lucha de 1942 “…la
conducta de estos hombres (se refiere a Garibaldi y sus salvajes
acompañantes) ha sido más bien de piratas que de guerreros
pertenecientes a un pueblo civilizado, saqueando o destruyendo cuanta criatura
o cosa caía por desgracia en su poder…” (55).
Sarmiento tenía la costumbre de expresarse sobre otros
personajes de nuestra historia. El “educador” decía de Urquiza que era “…un
decrépito, idiota…” (56), Artigas es “…un tártaro terrorista, asesino,
cruel, bandido, monstruo, ignorante, sucio y sangriento, salvaje animal de
rapiña, degollador, saqueador y violador, desbaratador de toda civilización…”
(57). De Güemes sentenció con desparpajo “…destruyó todo derecho para hacer
valer el suyo propio…” (58). Del heroico defensor oriental contra la
intromisión lusitana, don Manuel Oribe dijo que “…era un bárbaro sangriento.
Nunca vi un monstruo como él…” (59). Del ilustre Carlos Guido y Spano
simplemente dijo “…es un burro…” (60). De José Manuel Estrada, Emilio
Lamarca, Pedro Goyena, dijo que eran “…unos charlatanes infatuados,
sarnosos, pulgosos, etc…” (61). A su hora le hizo llegar su cólera a Mitre
con estas “alabanzas” el 26 de junio de 1869: “…La verdad es que Mitre en su
vida ha abierto un libro. Es un presuntuoso y por su pretensión de dañar,
desvaría. Es un charlatán. Es de quien quiera alquilarlo. Se ha presentado 3
veces ebrio en el Senado. Es un pigmeo, un vendido…” (62), cosa que si se
conoce a Mitre y sus famosas carnicerías en el Sur y su dudosa historia sobre
Belgrano, no deja de ser cierto lo que dice Sarmiento, aunque como hemos visto
él no ha sido diferente a Mitre.
Urquiza en 1861 escribió al General Rudecindo Alvarez
confesándole que “…el círculo pérfido de Buenos Aires me traiciona. Están
decididos…a someter a las demás provincias al capricho, a la ambición, y a la
voluntad del mismo círculo (Sarmiento-Mitre). El Plan es
manifiesto. Se proponen hacer del liberalismo el ariete para destruir, para
dividir las provincias y para construir el despotismo absurdo de ese círculo a
que deben sacrificarse…” (63). Finalmente el pronóstico se cumplió y la
Nación comenzó a disgregarse…
Corrían los años en que los procónsules de Mitre como
Ignacio Rivas, Venancio Flores, Wenceslao Paunero, Arredondo, etc., asolaban el
país pasando a degüello a cientos de criollos. Eran los tiempos de Pavón…
Los cuerpos degollados eran exhibidos en postes a lo largo
de los caminos como señal de advertencia. Entre los masacrados figuraban: El
General Jerónimo Costa, cuyo delito fue defender la Isla Martín García contra
el enemigo francés; Santa Coloma; el Coronel Martiniano Chilavert, uno de los
principales defensores, junto a Brown y Mansilla, de la heroica defensa de la
Vuelta de Obligado en 1845. También brutalmente asesinado fue Vicente Peñaloza
de quien José Hernández describe como “…un patriarca, héroe y general del
ejército Nacional a las órdenes de Urquiza y Derqui, prestigioso y valiente
soldado y militar…” (64). Lanceado Peñaloza, expuesta su cabeza
“civilizadamente” por 8 días, Sarmiento grita alborozado y le escribe a Mitre
el 18 de Noviembre de 1863 diciéndole que “aplaude la medida, precisamente
por su forma (¡!)…” José Hernández escribe “…la cabeza del
General Peñaloza, el hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fue
llevada al bárbaro Sarmiento como prueba del buen desempeño del asesino. El
unitarismo tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos
crímenes. El partido que invoca la ilustración y el progreso, acaba con sus
enemigos cosiéndolos a puñaladas. Matan por índole perversa. Maldito sea el
partido envenenado con crímenes que hace de la República Argentina el teatro de
sus sangrientos horrores…” (65). Alberdi exclamó “…la vida real del
Chacho no tiene un solo hecho de barbarie igual al asesinato del que fue
víctima…” (66).
Ante semejantes actitudes “civilizadas” que la “barbarie” no
comprendía, Samiento tuvo que “huir” del país y Mitre lo envía como una especie
de embajador a los EEUU en 1864. El diario inglés de Buenos Aires “Standard”
escribía el 18 de julio de 1864: “…su política injusta ha hecho tal daño al
país que Mitre le hace el favor a él y a San Juan removiéndolo…” (67). Ya
llegado a Nueva York, Sarmiento le escribió a la hija de Vélez Sarsfield “…estoy
escribiendo un libro sobre el “Chacho”. El Chacho concluyó en mis manos…”
(68). Así reconoce Sarmiento lo que las generaciones posteriores se niegan a
reconocer: su mistificación de la historia, porque como él lo confiesa sus
“obras” no son más que “cuentos”, a lo más, “lindos”. Y también reconoce su
propia intervención en la muerte del Chacho, además vanagloriándose de ello.
Luego del asesinato de Urquiza por las logias, que lo habían
en su momento elevado, Sarmiento exclamó en Rosario el 18 de noviembre de 1873
“…¡no quedará vivo soldado alguno de los batallones de los gauchos
correntinos!…” (69).
Trascartón de sus genocidas advertencias, Alejo Peyret,
residente en Entre Ríos, escribió “…Sarmiento, partidario de la
intolerancia, es un Robespierre: Civiliza a cañonazos y bayonetazos…” (70).
Sarmiento establece un método seguro de exterminio en masa: Matar a todos.
Arredondo, sanguinario lugarteniente de Mitre le recordaba que dicha forma de
proceder era instigada por Sarmiento, diciéndole en 1874 “…asesinatos al por
mayor son los que Ud. me aconsejaba en una carta cuando me decía que corte las
cabezas y las deje en el camino…” (71). Aquí lo vemos a Sarmiento de cuerpo
entero: “civilizando”, sí, pero a cañonazos, y por qué no a bayonetazos (¿sería
por lo silencioso…?). Pero, eso sí, a lo grande, “al por mayor” cortando
cabezas y “adornando” al camino con ellas.
Pero a pesar de todo, sufridos oyentes y lectores, no
olvidéis que la historia nos “enseña” (¿?) las “bondades” y la obra
“civilizadora” de Sarmiento. Aceptadlo como dogma so pena de excomunión, de
crimen de Estado; no vaya a ser que en los colegios secundarios y primarios se
sepa la verdad de los hechos (a través de documentos nunca leídos al alumnado)
y nos privemos de festejar “El Día del Maestro” (¿?) en honor del Primer
“educador” (¿?) argentino y “gran civilizador demócrata” (¿?). Crimen de Lesa Patria
y además Ud. podría ser tildado de “ignorante”, cuando no de “Bárbaro”….
Para finalizar transcribiré uno de los tantos perfiles que
el diario “La Prensa”, no precisamente un diario rosista, escribió el 14 de
julio de 1876 sobre Sarmiento. Elijo éste porque condensa en pocos renglones
toda la catadura moral, de quien carecía de todo escrúpulo, principios, con su
ilimitada ansia de poder, por el poder mismo: “Ni Rosas firmó nunca órdenes
como ésta. No se explica uno que semejante fiera ande suelto por las calles
libremente…” (72).
Creo que poco más se puede agregar de este “extracto de
Sarmiento” que hemos descripto. He de aclarar que quien desea conocer más sobre
el tema tiene la biblioteca Pública Nacional, el Archivo Mitre, el Archivo
Histórico Nacional, etc. esto no es más que un incentivo para profundizar por
uno mismo más sobre el tema.
Queda de Sarmiento su imagen real, sin la máscara oficiosa y
falsa, que nos revela su ordinariez y chabacanería, su pequeñez moral, su
egolatría y autosuficiencia genocida; su agresivo instinto disolvente y
disgregador.
Pero como corolario, a modo de epitafio oigamos, si se
quiere, las palabras del Diario La Prensa del 23 de mayo de 1880: “… donde
quiera que ha puesto la mano ha dejado los rastros de su caracter procaz,
irascible y sanguinario. mandaba a clavar en picas a sus enemigos. el ha
ordenado a sus subalternos el deguello de su prisioneros. dictaba centenares de
sentencias de muerte. el recuerdo de esa sombria serie de matanzas ordenadas
por el, que han hundido para siempre su nombre en un charco de humeante sangre
humana, nos llena de repugnancia y horror…¡Sarmiento! ¡fiera malvada, fiera de
dos pies, verdugo de sus semejantes!…” (73).
¡Qué distinto a lo que se enseña ¿no?.! Pero como dice
Alberdi “…La mentira puede ocultarlo todo, puede tergiversarlo todo, menos
las fechas, los actos históricos y los nombres de quienes los suscriben. He
aquí la historia que Mitre no hará porque no es agradable ni da votos para la
presidencia (rigurosa actualidad ¿no?) Pero la verdad (categoría
permanente de la razón) aunque amarga, a veces, es lo único que
aprovecha a los pueblos…” (74).
Hasta aquí hemos llegado a una apretada síntesis, acerca de
Sarmiento, sus obras y sus motivaciones. Quedan muchos aspectos interesantes de
su vida, a donde remito para ahondar más, pero con lo descripto queda
suficientemente demostrado, vía documental, aún del propio Sarmiento, el
carácter mesocrático, más aún, caquistocrático, de este hombre vulgar (en todo
sentido del a palabra) elevado a genio por necesidades políticas mezquinas.
Detengámonos aquí, porque he aquí el drama, la tragedia que
se nos presenta: No es lo peor el hecho de que Sarmiento haya sido un débil de
carácter y cobarde (como, por ejemplo, al huir de la Capital, durante su
presidencia, cuando la fiebre amarilla azotaba Buenos Aires).
No es lo peor el hecho que haya sido un vulgar pero
peligroso mentiroso según su propia confesión, ni su sed de sangre y su
“tierna” criminalidad genocida (como lo atestiguan, entre otros, Hernández,
Alberdi, Rawson, Goyena, los distintos diarios de la época, y la propia
jactancia del sanjuanino) al cual se le puede bien aplicar la conocida frase de
Netchaieff en su “catecismo Revolucionario”, cuando decía “…¡contra los
cuerpos, la violencia; contra las almas, la mentira…!” (75).
No es lo peor el hecho que se considere chileno, renegare de
su patria y quisiese entregar toda la Patagonia, Chaco, San Juan, mesopotamia,
etc. a poderes extraños (al fin y al cabo no fue ni el primero ni será el
último).
No es lo peor la circunstancia de que no fundara nunca una
Escuela, y que donde estuvo, fue echado prácticamente a patadas, por su
ineptitud.
Lo realmente grave para la comunidad Nacional, no es solo el
error, sino que se eleve al error, o mejor dicho, a quien lo comete, a la
categoría de virtuoso, guía de conducta para nuestros semejantes; que se eleve
a dichos personajes al altar del heroísmo nacional, que se los mezcle en un
mismo plano con quienes en verdad lo fueron, que se los señale como modelos de
conducta, ejemplos a seguir, arquetipos a quien imitar. Porque así se transmite
de generación en generación un error que se multiplica geométricamente haciendo
estragos en la inteligencia de los nacionales, perdiendo con el correr del
tiempo la noción y el conocimiento de lo que fuimos, por tanto de lo que somos,
al querer ser otro (que es como querer dejar de ser, diluyéndose nuestra
identidad).
Así nos debilitamos interiormente y vaciamos nuestra
existencia de las realidades de nuestro pasado que impiden, por no conocer
quienes hemos sido, el proyectarnos hacia adelante en el tiempo, sabiendo lo
que queremos y habremos de ser. Con respecto a esto el Dr. Alberto Otalagano
dijo en 1974 “…La historia es a las Naciones lo que la memoria es a los
hombres: El conocimiento o la noción del origen, de una identidad a través del
tiempo y del espacio, que se integra con el conocedor, en cuanto a tal,
conformando su ser existencial. El presente es hijo del pasado, como el futuro
lo es del presente. Conocer realmente el pasado es conocer la génesis de la
problemática del presente para encontrar la solución. La historia es la forja
de la conciencia Nacional (o sea el conocimiento de lo que se es por lo que se
ha sido y en función de lo que se deberá ser). Definición por antonomasia del
“ser argentino” y especificación de su destino… El hombre en tanto historia,
integra una comunidad de destino en lo universal, o sea profesa una religión
común, tiene un pasado común y un presente común a todos los que habitan con él
en su mismo territorio: conciencia de tener una comunidad y de haberla tenido,
o sea, conciencia histórica. Conciencia de una tradición común, presente común
y de un futuro común…” (76).
Y quiénes hemos sido, lo han señalado con sus vidas nuestros
hombres consustanciados con lo suyo (Saavedra; Rosas, Brown, Chilavert, Manuel
Moreno, Belgrano, Oribe, Genta, Irazusta, Scalabrini Ortiz, Savio, Mosconi, San
Martín, Güemes, Dorrego, Lavalleja, Giachino y quienes cayeron en Las Malvinas,
etc.) defendiendo lo bueno y tratando de corregir lo equivocado, aún con sus
propios errores, pero siempre con la vista tendida más allá, puestos los ojos y
sus vidas en el bien común de nuestra patria histórica; tratando, como decía De
Maeztu, no tanto “en ir mejorando a los hombres, sino restableciendo las
condiciones sociales que los induzcan a mejorarse…” (77).
Condiciones sociales, y por tanto, morales (y legales,
entendiendo a la ley no como una expresión de voluntad abstracta y general o
particular, sino -como dice Santo. Tomás- como una ordenación racional
enderezada al bien común).
Esa comunidad de destino histórico que lleva en sí impreso
nuestro carácter, queda demostrado en la descripción que hace Manuel García
Morente del “Caballero cristiano” como símbolo y expresión arquetípica de la
esencia de la Hispanidad “…los españoles dan preferencia a las relaciones
reales sobre las formales. Las reales son las que se fundan en lo que cada
persona es, siente, piensa y valora y vale. Las formales se basan en
abstracciones puras (“ser humano”, “ciudadano”) simple forma, concepto
despojado de realidad personal. Por eso, el español, no se inclina ante la
autoridad conceptual, abstracta, por ej., no se somete a la mera idea jurídica
de la soberanía basada, dado el caso, en el voto. La ley debe ir acompañada de
fuerzas reales: prestigio, jerarquía natural, carácter, clase intelectual, y
moral. La hostilidad profunda del caballero español a todo formalismo falso se
compadece mal con la democracia parlamentaria, que atribuye mando y soberanía
no a los que más vales, pueden y saben, sino a los “elegidos” por el sufragio,
que poco o nada saben acerca de lo que eligen. La competencia, la capacidad, el
esfuerzo y la valía personal son sustituidos por la habilidad, por una
designación hija del soborno y las promesas materiales o espirituales, por un
nombramiento que se “encomienda” -locura insigne- a la mas caprichosa,
irresponsable, adulable, cambiante, irracional, impersonal. A tal y tan absurda
consecuencia tenía que llegar una doctrina que empieza por escamotear la
realidad de cada hombre para substituirla por la abstracción irreal de los
“ciudadanos”, todos iguales entre sí (naturalmente hablando, no desde la óptica
sobrenatural y religiosa). Más para que dos hombres sean iguales entre sí,
claro está que hay que empezar por despojarlos de todo lo que cada uno de ellos
ES EN REALIDAD y reducirlos así a la mera función abstracta de los conceptos…”
(78). De la ideología abstracta de la igualdad natural, al marxismo no hay más
que un paso.
Es imperativo que hay que desenmascarar los fines perversos
de los ideólogos, desterrando y enseñando las causas que lo originan. Se debe
entender que el hombre no es una abstracción, un número (un voto), una cifra,
una entelequia, sujetos sin relaciones con lo social; ni tampoco la
consecuencia que de ello se desprende, es decir, una máquina que produce, un “homo
económicus” hacia el cual nos quieren llevar.
Sepamos que en el plano histórico, el hombre es una persona
(unidad definida, diferenciada) integrante de una comunidad familiar (padre,
hijo, hermanos, etc.) profesional (obrero, comerciante, médico, etc.) político
(miembro de un barrio, municipio, pueblo, país) religioso y a ese título
debemos respetarlo (por más que le duela a Sarmiento y sus apóstoles) y más
aún, defenderlo. “…porque la persona representa una concepción de vida
basada en el predominio de la realidad sobre la abstracción o ficción
ideológica (no importa el signo que lleve), del ser individual sobre la
definición racional, de la persona sobre la especie, y de lo privado sobre lo
público…” (79).
Goethe definió “…no se puede amar lo que no se conoce…”.
Y el conocimiento es un hecho de la razón, que apoyada en la moral y en la
inteligencia, nos conduce a la verdad de los hechos. Así el conocimiento no
depende de nuestra voluntad o sentimientos o de elucubraciones más o menos
filosóficas, pero que no se apoyan en el conocimiento de la verdad (la cual,
recordemos es una categoría permanente de la razón). No llevar los hechos
históricos reales, a conocimiento de nuestra Nación y sus hombres, a
conocimiento de nuestros jóvenes, es preparar una generación de descreídos,
nihilistas, resentidos, descastados, es TRAICION RAIGAL: Crimen, el peor crimen
que a una Nación se le puede cometer, todo por meros intereses coyunturales,
circunstanciales, de partidos; porque, como dijo San Martín, “…tal felonía,
ni el sepulcro la podrá hacer desaparecer…” (80).
Indice Bibliográfico
(1) GENTA, Jordano Bruno. “El Nacionalismo Argentino”. Ed.
Cultura Arg. Bs. As. 1975
(2) GONZAGUE DE REYNOD, “La Europa Trágica”
(3) VEUILLOT, Luis. “Los odeurs de París” Ed. Crés. Pág. 32.-
(4 ) DALIADIRAS, Héctor : “Algo más sobre Sarmiento”, ed. Nuevo Orden,
Bs.As.1965
Pág. 39-40.-
(5) GALVEZ, Manuel : “Vida de D. F. Sarmiento” Bs. As. 1957, Ed. Tor; Pág.223
.SARMIENTO, “Obras Completas”, Ed. Luz del Día. Bs. As. 1948 – 56. T. XXIV pág
34.-
(6 ) SARMIENTO Ob. Cit., T XLIV ; Pág. 142.-
(7) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 224; 293; 455; SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV ;
pág 124/ 9 y 130.-
(8) GALVEZ, M. Ob. Cit.Pág. 285; 338.-
(9) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV Pág. 309; 323.-
(10) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 381; 403; 406.-
(11) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 288/ 90 ; T. XXXVII Pág. 223; 227.-
(12) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 274; 275; 285; 286.-
(13) GALVEZ, M. Pág. 135 Ob. Cit.-
(14) ANTONIO ZUÑIGA, “La Logia de Lautaro y la Independencia”, Bs. As. 1922;
Pág. 338.- REVISTA MASÓNICA AMERICANA, T. I. ;pág.9 (Se adjunta discurso
Masónico de Derqui del año
1860. Su tapa).-
(15) GALVEZ,M.- Ob. Cit. Pág. 455 y 456.-
(16) SARMIENTO,D. Obras Completas T. XXXV; pag.30 a 33; Ed. Luz del Día, Bs.
As. 1948-56
(17) SARMIENTO, D. Pag 283
(18) SARMIENTO, D. T. VI pag. 105.-
(19) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag.358.-
(20) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag 13.-
(21) SARMIENTO, D. T. XXXV; pág. 21.-
(22) SARMIENTO, D. T . XXXV, pág. 50
(23) GALVEZ, M. Ob. cit. Pag 293/4. Diario ‘La Nación’, Biblioteca Mitre.-
(24) SARMIENTO, D. T. XLI pag. 165; T. XVI, pág 376.-
(25) Diario ‘La Nación’, 12/9/1972.-
(26) PATRICIO JOSE MAGUIRRE, “Informaciones sobre la Masonería” 4ta. de.
N.3,1981.
(27)GALVEZ, M.Ob.Cit. Pág. 418.-
(28)SARMIENTO, D. Ob.Cit. T.XXXV Pág. 75
(29)SARMIENTO D. “Conflicto y armonía de las razas de América” 1883/5.-
(30)RAMALLO, JORGE M. “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo” De.
Macchi, Bs.As. 1983.
(31) GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 285
(32)ARCHIVO DE LA NACION, documentos del Gral.Pacheco. Correspondencia del año
1841, T.IX.
(33) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION, Archivo del Gral.T.Guido.Legajo 10.
(34)GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 272, 328,453
(35)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 357.
(36) GALVEZ, M. Ob. cit.
(37)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 177.
(38)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia e/S.Martín y Rosas”. De. Theoría, 1975
(39)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.V. pág. 118, 119, 130. SALDIAS, “Hist.Conf.Arg.
T.VI Pág.153
(40)SARMIENTO,D.F. “Recuerdos de Provincia”. T.III. Pág. 168.
(41)SARMIENTO, D.F. “Idem”. T.III Pág. 154.
(42)GALVEZ, M.Ob.Cit.Pág. 455 y 456.
(43)SARMIENTO,D.F. “Campaña del Ejército Grande”
(44)SARMIENTO, D.F.Ob.Com. T:VII, pág. 16
(45)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. II pág. 371, T.III pág. 25
(46)ALBERDI,J.B. “Escritos póstumos”. T.X. año 1887.
(47)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. XXXVIII. Pág. 405 y sgtes.
(48)SARMIENTO,D.F. T.XXXVI. Pág. 349, T. XL pág. 153
(49)SARMIENTO,D.F. Ob.Cit.T.XVIII Pág. 303,305.
(50)MAGUIRE,P.J. “Informaciones sobre la masonería”. Ed.I.R.A. Bs.As. Año 1981.
Nro. 3; “Boletín de la Academia Nac. de la Historia”, 1ra. sección, 1964. Pág.
382, 384, Bs.As.
(51)LOPEZ, Vicente Fidel, “Manual de la Historia Argentina”, año 1920, Bs.As.
(52)SARMIENTO, D.F.,Ob.Cit. T.XXXVIII, pág. 160.
(53)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XLV Pág. 337
(54)DIADIADIRAS. H. “Algo más sobre Sarmiento”. Ed.Nuevo Orden, 1965, Bs.As.
(55)CAILLET-BOIS, “Los marinos durante la Dictadura” De. Pág. 118-123.
(56)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XVII Pág. 104, 124.
(57)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XVII, XV, XXXVII, XXXVIII
(58)SARMIENTO,D.F. Idem. T.VII, Pág. 93
(59)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XXV Pág. 334.
(60)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 217, 405,406.
(61)Idem 44.
(62)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.L. Pág. 178, 182.
(63)VICTORICA, Julio “Urquiza y Mitre”. Bs.As. 1960.
(64)HERNANDEZ, José. “Vida del Chaco”. Paraná, año 1863. Biblioteca
Nac.Nro.31608.
(65)Idem
(66)ALBERDI,Juan B. “Pequeños y grandes hombres del Plata”. 1987.Bs.As.
(67)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. Pág. 384
(68)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XXIX Pág.48
(69)GALVEZ,M. Ob.Cit. Pág.355
(70)PEYRET,A. “Intervención en Entre Ríos”.Bs.As.1873.
(71)GALVEZ,M.Ob.Cit.Pág.371
(72)GALVEZ,M. “Ob.Cit.Pág.286
(73)LA PRENSA, “diario”: 1/8/75;14/7/76;23/3/80
(74)ALBERDI,J.B. “Escritos Económicos” 1895; “Pequeños y Grandes Hombres del
Plata”.1887, Bs.As.
(75)MAEZTU, Ramiro “Defensa de la Hispanidad”Bs.As.Ed.Poblet,1952,Pág.89
(76)OTTALAGANO, Alberto “Conferencia de la U.O.C.R.A.”Ed.1974.
(77)DE MAEZTU, Ramiro de, Ob.Cit. Pág.105
(78)GARCIA MORENTE, Manuel “Conferencia en Bs.As.el ½ de Junio de 1938”, en
“Idea de la Hispanidad”. Ed.Espasa Calpe, 1961.Pág.86
(79)GARCIA MORENTE, Manuel:Ob.Cit.Pág.91
(80)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia entre San Martín y Rosas”. Ed.Tehoría.1975.
Tomado de: www.revisionistas.com.ar