El 25 de septiembre
de 2010 los santiagueños perdimos a uno de los máximos exponentes de nuestra
cultura. En ese triste día se nos fue don Luís Alen Lascano.
Para quienes
no lo conocieron, digámoslo de entrada nomás, cosa que no quede ninguna duda; el
maestro Luís Alen fue un eminente historiador identificado con el revisionismo histórico;
hispanista y católico declarado; investigador, maestro, y divulgador de los
hechos de nuestra historia, enfocados desde una óptica nacional.
Había nacido
en Santiago del Estero, un 10 de octubre de 1930. Ejerció la docencia en varios
colegios de nuestro medio y fue profesor por concurso en la Facultad de Humanidades
de la Universidad
Nacional de Santiago del Estero.
Siendo muy joven se unió
al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de
Rosas. Mas adelante, su solvencia intelectual le permitió formar parte de la Academia Nacional
de Historia, así como de diversas instituciones prestigiosas, entre ellas la Academia Sanmartiniana.
En lo político Lascano
provenía del radicalismo irigoyenista y como tal adscribió al pensamiento de Raúl
Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y Homero Manzi. Fue candidato a diputado por
el radicalismo en 1954 y 1958, y diputado nacional constituyente en 1957. Se
desempeñó como diputado provincial en 1963-1966.
Su obra
historiográfica abrevó en autores de la talla de Adolfo Saldias, Vicente
Sierra, Manuel Galvez, José Maria Rosa y Ernesto Palacio. Escribió numerosos
libros, opúsculos y artículos, así como una gran cantidad de prólogos a libros ajenos.
De su
producción podemos destacar “Ibarra y el federalismo del norte”, libro en el
que reivindica la figura del caudillo santiagueño, y que fuera premiado por la Comisión Nacional
de Cultura del Ministerio de Educación Nacional en 1970.
Igual mención,
en esta apretada nota, merece su obra “Rosas, el gran americano” escrita en
1975. En ella Luís Alen Lascano traza una excelente síntesis de la vida de don Juan
Manuel de Rosas, resaltando el enfrentamiento del Restaurador tanto con la oligarquía
portuaria como con la clase terrateniente durante el bloqueo imperialista.
Su obra monumental, sin lugar a dudas, fue la “Historia de Santiago del Estero”; punto de referencia obligado de todo aquel que quiera estudiar el pasado santiagueño. Su importancia es tal que, como dijo el Dr. Raúl Lima, “en ella abrevaron legiones de alumnos del profesorado de historia, y todos nuestros profesores y licenciados de historia”[1].
Algún día se deberá hacer una adecuada reseña de su ingente producción, así como un concienzudo análisis de sus aportes.
Digamos finalmente, y ya en el plano humano, que Luís Alen
Lascano no solo fue un brillante historiador sino que también fue un
distinguido caballero, amable y servicial con todos los que requerían de sus
servicios. Justamente por ello fue director de numeroso tesistas, a
quienes les brindo generosamente su apoyo y su biblioteca. Lamentablemente muchos de sus antiguos discípulos se
olvidaron del gigante sobre el cual se montaron oportunamente y hoy alejados de
su magisterio caminan henchidos de orgullo a pocos metros del terrenal suelo.
Vaya entonces de nuestra parte el agradecido reconocimiento,
y el justísimo homenaje, para aquel que providencialmente nos develó la verdad
de nuestro pretérito y nos brindó la calidez de su persona.
Dr. Edgardo Atilio Moreno
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