viernes, 14 de febrero de 2020

MANUEL FRESCO, DEL CONSERVADORISMO AL NACIONALISMO

Manuel Fresco fue un político que si bien comenzó militando en las filas de un partido del Régimen –el Conservador-, pronto empezó a intuir -desde posiciones que todavía quedaban de arraigo en algún sector de ese partido- el declive social al que conducía el liberalismo –ideología sobre la que se fundamentaba el Régimen-. Poco a poco fue viendo las verdades que el Nacionalismo proclamaba, y se fue acercando al mismo. La ruptura definitiva con el Régimen, al finalizar su mandato de gobernador, lo lanzó a una posición claramente nacionalista, que –reiteramos- ya estaba en germen en su acción de gobierno, pero que termina de decantar y madurar intelectualmente a partir de dicho rompimiento. Esto es lo que queda evidenciado en una serie de reflexiones que aparecen en discursos de la época, y que fueron compiladas bajo el título de Ideario Nacionalista.

Comencemos sintetizando brevemente la vida política de nuestro personaje.  Manuel Antonio Justo Pastor Fresco nació en el pueblo de Navarro el 3 de junio de 1888. Al igual que su padre fue médico. Se casó con Raquel Monasterio, hija de una familia tradicional de la provincia de Buenos Aires que le ha dado nombre a una localidad ubicada a 14 km. de Chascomús. Vivió en Avellaneda, pero más tarde se trasladó a Haedo donde se radicó definitivamente, siendo médico del Ferrocarril Oeste. En 1917 se integró al Partido Conservador. Entre 1919 y 1922 se desempeña como legislador provincial, siendo dos veces presidente de su bloque legislativo. Fue un tenaz opositor del yrigoyenismo, por lo que éste tenía de plebeyo y demagógico. En agosto de 1930, cuando ya se hacía insostenible el segundo mandato del “peludo”, firmó el Manifiesto de los 44 denunciando el rumbo que había tomado el gobierno de un viejo y decadente Yrigoyen. En setiembre el “peludo” fue derrocado. Tras el fracaso de un primer intento de reforma en el sentido de lo que fue el nacionalismo inicial, Uriburu debió llamar a elecciones y entregar el poder a Justo. Previamente se habían constituido las Cámaras legislativas, en las que don Manuel Fresco ingresó como Diputado Nacional. Fue presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, presidente del bloque de su partido y finalmente presidente de la Cámara de Diputados. Desde su cargo de diputados participó activamente de un debate con el socialista Nicolás Repetto sobre la prohibición que el Poder Ejecutivo había decretado contra el uso de la bandera roja. Ya asoman en esos debates las primeras líneas de un nacionalismo que con el tiempo se iría afirmando. Argumentó en la ocasión:

                Disiento fundamentalmente con la creencia de que éste sea un país internacional, y pertenezco a un sector de la opinión pública que piensa en forma diametralmente opuesta y a un partido esencialmente nacionalista, y por esas razones le presto mi apoyo al mantenimiento del decreto dictado por el gobierno de la Nación.”

                Su mayor obra, en lo que se refiere a la política, la realizó a partir de 1936 cuando asume el cargo de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires para el que fuera elegido. Un detalle a tener en cuenta antes de referirnos brevemente a su labor como jefe del Ejecutivo provincial: un año antes había viajado a Europa, logrando ser recibido por Benito Mussolini, hacia quien sentía una profunda admiración debido a la inmensa obra regenerativa que el Duce venía desarrollando en Italia. Otro detalle que nos indica cuál fue la orientación que guió su acción de gobierno es el lema que acuñó: “Dios, Patria y Hogar”. Este ideal se vio reflejado en la política educativa llevada adelante por el gobernador, quien incorporó el estudio de la religión católica en las escuelas primarias. Ya, un año antes, en la reforma constitucional de 1934 se había incorporado, por inspiración de Fresco, al artículo 190 el inciso segundo que establecía: “La educación común tendrá entre sus fines principales el de formar el carácter de los niños en el culto de las instituciones  patrias y en los principios de la moral cristiana, respetando la libertad de conciencia.”

                Otro aspecto de su gobierno fue la enorme cantidad de obras públicas -rutas, hospitales, escuelas, puentes, cañerías de agua corriente, viviendas obreras-, junto con una preocupación concreta por elevar el nivel de vida de las clases humildes a través de una acción de gobierno verdaderamente promotora de la justicia social. En un discurso pronunciado siendo gobernador, afirmó:

                Estoy dispuesto a ayudar en toda forma a las industrias y a garantizar la libertad de trabajo, para evitar perturbaciones inspiradas en móviles políticos o de agitación social –por eso he prohibido las actividades del comunismo- pero tampoco voy a consentir abusos patronales ni disminución ilegal de los salarios que corresponden a los trabajadores. (…)   La verdad es que el actual gobierno estima como el que más, el valor social de la clase humilde, que es la más numerosa y la más digna de ser considerada. Dejaré de lado esa prédica tendenciosa, basada en teorías falaces y en palabras huecas, y trataré de desvirtuarla con hechos y obras de bien público. Queremos mejorar las condiciones de vida de ustedes y las de todos los trabajadores de la provincia. Bajo mi gobierno, los grupos obreros, por intermedio de sus sindicatos, encontrarán toda clase de garantías para actuar, desenvolverse y elevar el ‘standard’ de vida de las clases laboriosas.”

                Por otra parte, fue uno de los que, desde dentro del mismo conservadorismo, cuestionó explícitamente la ley Saénz Peña, proponiendo el voto cantado, cosa que él llevó personalmente a la práctica. Sus enemigos políticos han cargado sobre él todas las culpas del fraude electoral practicado por aquellos años. Este tema lo condujo a un enfrentamiento con el presidente Ortiz -radical antipersonalista y fiel representante de la línea liberal, dentro de la coalición gobernante-, quien le intervino la provincia. Fresco presentó en términos muy duros su renuncia y rompió con su partido. Su evolución final hacia el nacionalismo ya era un hecho.

Ideario Nacionalista

     En el año 1943 se editó un libro recopilando párrafos de los discursos pronunciados por el doctor Manuel Fresco entre 1940 y 1943 como jefe de la agrupación fundada por él, Unión Nacional Argentina, una vez que rompiera con el Partido Conservador. Nosotros contamos con una reedición de 1966, la cual tiene el plus de estar prologada por Jordán Bruno Genta, uno de los maestros indiscutibles del Nacionalismo Argentino. Pasemos a analizar algunas de las ideas que en dicho Ideario aparecen.

     En primer lugar, una clara definición contra el laicismo. En efecto, veinticinco páginas de la obra están dedicadas al tema de la educación como fundamento de la formación de un ciudadano auténticamente argentino, inspirado en los principios del dogma y la moral católicos. Manifiesta allí, una clara condena del régimen educativo impuesto por los hombres de 1880:

     Esta concepción (materialista) de la vida y deberes del hombre, conforma la escuela laica de Gambetta, de la Francia de fines del pasado siglo, y ejerce nefasta y decisiva influencia sobre los parlamentarios que nos impusieron un régimen educacional sin Dios ni nacionalidad, sin caridad ni honor, sin justicia social ni ambiciones de gloria. Como consecuencia inmediata aparece en nuestra tierra, hasta entonces fiel a la noble tradición de la cruz y de la espada, ese espécimen burgués –del liberalismo, la masonería y las doctrinas exóticas- que forman en nuestra Patria el ambiente de sensualidad y la codicia de las clases rectoras y genera el odio y la protesta amenazante de los desposeídos sin esperanza.”

     En este párrafo ya hay toda una definición de principios de lo que debe ser una educación fiel al ideal de la Argentina tradicional. Sus críticas al nefasto liberalismo no se quedan aquí. También es severo contra el modelo de Estado creado a partir de dicha ideología:

     En el régimen liberal que soportamos, el Estado es un  instrumento del capitalismo que lo despoja del gobierno de la economía, dejándole como función exclusiva, el mantenimiento del orden.”
     “El Estado liberal, burgués y capitalista, ha engendrado la aristocracia del dinero, fundando la selección en un concepto materialista, sensual y anticristiano…”
     “El Estado actual es una tiranía plutocrática…”

     El mito de la Soberanía Popular, pilar fundamental del Estado liberal, es asimismo duramente cuestionado por don Manuel Fresco. También, su consecuencia inmediata: el sufragio universal:

     El mito que inflamó los ánimos e impulsó las transformaciones institucionales del pasado siglo, es el de la soberanía popular.”
     “En el famoso ‘Contrato Social’, de Juan Jacobo Rousseau, se explica la existencia de la autoridad como consecuencia de la Voluntad General, síntesis de las voluntades individuales, obtenidas mediante la suma de sufragios.”
     “…la ley Sáenz Peña…ha dado al país las horas más desgraciadas de su historia. Por ella irrumpieron en éste, todos los males del sistema que consagra el mito de la Soberanía Popular e instaura el predominio demagógico…”

     Los Partidos Políticos, órganos de “representación” surgidos por obra del mito de la soberanía popular, también son severamente apostrofados:

     Los partidos políticos no representan nada en la vida nacional. Son organismos artificiales, que se interponen entre el ciudadano y el Estado. Son, esencialmente, agrupaciones que buscan intereses de parte, siempre opuestos a los intereses totales de la Nación…”
     “Constituyen dentro del régimen demo-liberal plutocrático que nos rige, el único medio de llegar al poder…”
     “Un hombre de bien, lleno de condiciones morales, intelectuales y patrióticas, si no se aviene a la vida de comité, no podrá ser jamás una figura política. Por eso el gobierno no suele estar en las manos más aptas y más honestas, sino que cae generalmente en las más habituadas a manejar los hilos inferiores de la intriga partidaria, condición ésta, que no figura en los clásicos, que sólo reclamaban al hombre público: virtud, idoneidad, prudencia, valor, patriotismo…”

     Otro dogma liberal es el de la “Libertad” sin un orden moral que la contenga y sin una proyección social del individuo “libre”. Esto también lo vio claro Fresco. Afirmó en forma contundente que dicha libertad “desintegra al hombre de la unidad sustancial, la familia; de la unidad social, llámese corporación, federación o gremio; y, finalmente, de la unidad política que es el Estado, la Nación . Antes había dicho: “El régimen liberal endiosa al individuo…el ciudadano…tiene todos los derechos; por él y para él se promulga en Francia, el 17 de junio de 1791, la ley Le Chapelier, que suprime las corporaciones y prohíbe su restablecimiento sosteniendo que atentan contra la sagrada libertad individual…; por él y para él se crea también la libertad de cultos, la libertad de pensamiento, la libertad de aprender y enseñar, la libertad de tránsito, la libertad de acumular riquezas sin límites…  En esta última afirmación, la crítica va contra el liberalismo económico, al que le dedica unos cuantos párrafos: “La burguesía capitalista defiende en forma ferviente la supuesta libertad individual porque concuerda con sus conveniencias…¿De qué le sirve al empleado o al peón, la supuesta libertad individual, cuando reclama por jornales injustos o condiciones de trabajo ante una gran empresa, que permanece inconmovible en su propósito de lucro?  En definitiva, todo el conjunto de “libertades”, como las entiende el liberalismo, es cuestionado por Fresco: “…la libertad de cultos…nos ha conducido al enorme vacío moral del ateísmo”; “la libertad de acumular riquezas…ha sido establecida para legalizar el incremento ilimitado de las grandes fortunas…”

     El liberalismo es el gran culpable, además, de esa gran amenaza que se cernía sobre el mundo por aquellos años 30: el comunismo. Decia al respecto Fresco:  Los dos (liberalismo y comunismo) son egoístas, utilitarios y ateos; una misma miseria espiritual los informa, ya que solo se ocupan de los bienes materiales, con olvido absoluto de los elementos morales que dignifican la vida y dan categoría a las actividades políticas. Pero es preciso reconocer que ante la injusticia del liberalismo burgués y capitalista, dos cosas son válidas en la doctrina comunista: su reclamo de justicia social y su crítica a los vicios e inequidades del régimen individualista y plutocrático… (pero) su concepción materialista, positivista, pragmática, antinacional y económica del hombre, de la sociedad y de la historia,…es…la misma, absolutamente, que fundamenta la filosofía burguesa” .

     En definitiva, todos los males del liberalismo se pueden resumir simplemente en eso que los nacionalistas, y Fresco hace suyo el término, denominaron el “Régimen”. Contra el mismo no ahorra adjetivos calificativos:
     El régimen plutocrático es: burgués capitalista, ateo; liberal, materialista, sensual y positivista; escéptico; utilitario y económico; antiheroico, antimilitarista y antihistórico.”

     Al señalar el sentido antihistórico del Régimen tiene clara la tergiversación que hizo el liberalismo de nuestro pasado, y rescata la obra del Restaurador:

     El movimiento que acaudillo tiene ideas claras acerca de estos temas de palpitante actualidad, porque la historia nos hace recordar que a mediados del siglo pasado, la Confederación Argentina soportó el bloqueo del estuario del Plata, impuesto por dos potencias europeas y una corte imperial americana, manteniéndose incólume la integridad nacional frente a tan poderosos enemigos, merced a la energía de quien pareciera ceñir, ya, la espada que como homenaje le legara al morir el Libertador San Martín.” 

     Para terminar con el cáncer del Régimen propone una Revolución, que no identifica necesariamente con un golpe de Estado, y que incluso se puede imponer por los cauces legales:

     “…al levantar la bandera de esta revolución…declaramos que así como el golpe de Estado puede producirse sin que lo siga la revolución, con el único efecto de cambiar los detentores del poder, así también, la revolución de los sistemas pueda instaurarse por los cauces legales sin que la proceda el motín o la sedición.”

     En definitiva, la revolución nacionalista que Fresco propone es una revolución restauradora:  La mística que inspira al Nacionalismo se fundamenta en verdades eternas, como la fe, los principios de la tradición, de la justicia, del honor, de la jerarquía, de la familia y de la Patria; supera la lucha de clases, asignando a cada uno su función en el Estado; otorga derechos concretos en sustitución de los derechos abstractos…     …restablece el sentido heroico de la vida…
     El Nacionalismo supera la división de clases económicas antagónicas, logra la unidad del pueblo en la Nación y le da una estructura orgánica, jerárquica, funcional y auténticamente representativa.
     El Nacionalismo distribuye justicieramente la riqueza, puesto que limita la fortuna privada para que el exceso se reparta en beneficios sociales…
     Es preciso salvar las instituciones tradicionales de la República, vigilando celosamente la integridad nacional contra todo agente exterior que pretenda su menoscabo y realizando el orden interno, un esfuerzo supremo para afirmar la total restauración de la independencia argentina. Salvar la organización social y las virtudes de antigua estirpe hispánica, informándolas con el espíritu de la nueva justicia…
     Aspiramos a devolver a nuestro pueblo el sentido de tradición histórica legada por la España imperial…
     Nos proponemos fortalecer la unión de los países de Ibero-América, hijos de la civilización católica e hispánica, con comunidad de idioma, sentimiento y tradición.”

Conclusiones

     A partir de lo desarrollado podemos concluir que Fresco ya en su acción de gobierno aplicó medidas que iban en la línea de los principios sostenidos por el nacionalismo –educación religiosa y patriótica, promoción de la industria, importantes políticas sociales, impulso de obras públicas, límites a la acción disolventes de los grupos izquierdistas-. Al romper con el partido de donde procedía –el Conservador-, afirmó en forma más contundente su ideario nacionalista, como puede comprobare al cotejar las ideas expuestas en la obra que analizamos.

                                                                                   Lic. Javier Ruffino