martes, 23 de julio de 2013

LAS DOS ARGENTINAS (ultima parte)

Por: Fernando Romero Moreno

Llegamos a la Revolución Libertadora: explicable y justificable en la línea de Lonardi, aunque habría que profundizar la influencia de los británicos, de la masonería y del catolicismo liberal en su génesis. Justificable dado el carácter anticlerical del justicialismo en los años 54- 55, más la aparición, tolerada ya por el General Perón, de un nacionalismo marxista dentro del Movimiento. Lo cierto es que Lonardi quiso “destronar” a Perón pero conservando los aspectos positivos logrados durante el ciclo 1943- 1955. El proyecto (en alianza con liberales, socialistas, radicales y demás exponentes de la “vieja” política) era inviable y no duró. Un golpe palaciego del sector “democrático” (con el apoyo de partidos políticos de derecha y de izquierda) lo derrocó, acusando a Lonardi de estar rodeado de “nazis” y de ser tolerante con el régimen depuesto… Y empezó la violencia, otra vez desde los sectores “ilustrados” (como Moreno y Castelli contra Liniers, como los Unitarios contra Dorrego, como Sarmiento contra los gauchos), identificados, como ellos mismos decían, con la “línea Mayo- Caseros”. Se prohibió el partido peronista y sus símbolos partidarios, muchos profesores debieron abandonar sus cátedras (algunos de ellos, católicos que, por ej. habían sido peronistas pero apoyaron la Revolución Libertadora debido al conflicto con la Iglesia), se intervino a la CGT…y se restauró  el capitalismo prebendista, la sumisión al FMI, la entrega de la Universidad a la izquierda y de la cultura a la masonería o grupos afines a la misma. La Revolución del Gral. Valle en 1956 – contra el “liberalismo rancio y laico” como dice en su última proclama – fue una reacción nacional. Valle era católico y de simpatías nacionalistas. No era nazi ni autoritario ni comunista (a pesar de la “reivindicación” que de su figura hace siempre el peronismo de izquierda). Pero los “gorilas” quisieron dar una “lección” y lo fusilaron. Fusilaron a él y a todos los sospechosos que pudieron encontrar, tanto militares como civiles. La consecuencia lógica hubiera sido que la reivindicación de Valle y de su rebelión corriera exclusivamente a cargo del peronismo ortodoxo (no de la ortodoxia “corrupta” y criminal del lópezrreguismo, por supuesto) y eventualmente del nacionalismo, al menos el más cercano al justicialismo. Algo de eso hubo en la acción política de Marcelo Sánchez Sorondo, Mario Amadeo, Juan Carlos Goyeneche y Alberto Ezcurra Uriburu, con las diferencias entre ellos que es de rigor señalar (por caso Amadeo terminó ligado al frondicismo y Sánchez Sorondo al peronismo, a diferencia de Goyeneche y Ezcurra que siguieron fieles a la tradición nacionalista). Pero aparecieron dos fenómenos que complicaron aún más el panorama político argentino y que explican parte de la Guerra Civil que enlutara a la Argentina entre 1959 y 1979: el nacionalismo de izquierda – al calor de la Revolución Cubana – y el catolicismo tercermundista que derivó en las teologías de la liberación de inspiración marxista. Y se dio lo que hasta entonces hubiera sido inexplicable: jóvenes que, bajo los símbolos de la Cruz y la Bandera, reivindicando a Rosas y los Caudillos Federales, y pidiendo una Patria “Justa, Libre y Soberana”,  se alistaron en las filas de la Revolución Mundial. Fue la época del llamado “socialismo nacional” y del “revisionismo histórico popular”. De Hernández Arregui, Astesano, Puigróss, Abelardo Ramos y   del “coqueteo” con la izquierda de “Pepe” Rosa, Fermín Chávez y Arturo Jauretche (aunque no toda la “izquierda nacional”, a pesar de sus gravísimos errores intelectuales, se solidarizara plenamente con las organizaciones armadas…el caso del “Colorado” Ramos es un ejemplo de lo que decimos). El clima que dio origen a Montoneros, la banda terrorista que se inició “vengando” la muerte del Gral. Valle y terminó siendo parte de la estrategia cubana de infiltración en toda América Hispana. Contra lo que suele decirse hoy, los nacionalistas de extracción católica fueron, en su gran mayoría, ajenos al “giro izquierdista” de esa parte de la juventud argentina. Y sobre todo el P. Meinvielle como el Prof. Jordán B. Genta denunciaron el error que, al respecto, significaba un falso nacionalismo influenciado por el clasismo, el socialismo y el populismo. Aunque el primero – y, como él, Leonardo Castellani, Carlos A. Sacheri o Alberto Ezcurra Uriburu – no vieran como intrínsecamente mala una colaboración con el peronismo “ortodoxo”, a diferencia de Genta…. Pero lo cierto es que otra vez quedamos “atrapados”: entre los yanquis y el soviet, como dijera Ramiro de Maeztu. O entre los yanquis y Fidel Castro, para ser más precisos (ya sabemos que la Unión Soviética jugó a dos puntas, según sus conveniencias).Subversión, represión mal hecha – con asesoramiento del Primer Mundo -, deuda externa y un largo etcétera, empujaron a la Argentina al borde del abismo. El heroísmo épico de muchas víctimas del terrorismo marxista (Rucci, Larrabure, Sacheri, Genta, Amelong), de tantos combatientes de la Batalla por Malvinas (Giachino, el “Perro” Cisnero, el Tte. Roberto Estévez, pilotos de Fuerza Aérea como Falconier) o de las rebeliones “carapintadas” (sobre todo Seineldín), no lograron impedir la crisis aparentemente terminal de la Argentina….Pero no nos adelantemos…
A partir de 1976, el liberalismo extranjerizante encontró refugio, primero, en el Proceso de Reorganización Nacional (1976- 1983) y luego en el menemismo (1989- 1999). La centro- izquierda socialdemócrata, en el radicalismo de Alfonsín (1983- 1989), origen de la Revolución cultural que hoy padecemos. Y parte de la izquierda “nacional”, en síntesis con la “contracultura progre”, en el “kirchnerismo” actual (2003- 2011)… Esos hitos marcan la entrada de la Argentina en el Nuevo Orden Mundial, en sus vertientes neoconservadora (el Proceso y los 90) como progresista (“alfonsinismo” y “kirchnerismo”). ¿Habrá muerto para siempre la Argentina Tradicional? ¿Será vana la esperanza de una nación cristiana  que, “en serio”, sea políticamente soberana, económicamente independiente y socialmente justa? ¿Quedaremos a merced del imperialismo norteamericano o del Nuevo Orden Mundial de la ONU?...
La tensión entre dos polos (Tradición y Revolución) que registran la Argentina y demás naciones de Occidente desde hace siglos, parece diluirse hoy por el triunfo aparente de la Revolución y de la Modernidad laicista, a lo que debemos sumar la sumisión colonial de nuestra Patria al mundialismo masónico. Por supuesto que Tradición o Revolución, Patria o Colonia son contraposiciones que hay que entender en relación con las “Dos Ciudades” de San Agustín, no al modo del dualismo o de la dialéctica hegeliana. Nuestra Tradición hispánica, como dijimos al inicio de este escrito, ya vino bastante "contaminada" de errores “modernos” (de allí, probablemente, nuestro “catolicismo mistongo” que denunciara Castellani). A la vez, ciertos partidarios de la Revolución reclamaron, en lo accidental, algunos cambios que eran justos y atendibles: mayor atención al crecimiento económico, menos clericalismo, apertura a la ciencia y la tecnología...También sobre esto se explayó Castellani, a propósito de Sarmiento. Hablar por lo tanto de las “Dos Argentinas” no nos debe llevar a un maniqueísmo simplista y esquemático…”Todo lo nacional es nuestro” decía Maurras, y siempre que sepamos justipreciar acontecimientos o personajes históricos desde el Orden Natural y Cristiano, podremos “dar a cada uno lo suyo”, sin leer el pasado en “blanco y negro” o con “anteojeras ideológicas”……
El tiempo dirá si la restauración de la Argentina, de una Comunidad Hispánica de Naciones y de la Cristiandad son posibles. Pero a nosotros nos toca seguir combatiendo por los valores de siempre. Como decía Hugo Wast: “Nuestros ideales son aquellos que dan sentido a la vida cuando se vive por ellos y los que dan sentido a la muerte cuando se muere por ellos: Dios, Patria y Familia”.

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