La política
Asimismo el evangelio impregnó el campo de la
política. La política se basa en la amistad. “En Cristo no hay indio ni Griego,
bárbaro ni escita, sino solamente la nueva criatura que por el conocimiento de
Dios se renueva conforme a la imagen de aquel que la crió " (Col 3,1C).
El caballero-conquistador fue, además, fundador, como ejecutor, más o menos
fiel, de la España
fundadora. El acto de descubrimiento inicial y progresivo implicaba no
solamente el fin principal de la evangelización, sino el de la fundación,
también progresiva, de un nuevo Mundo. Por eso, desde el principio, en lo
inmediato el conquistador, mediatamente España, ejercieron en diversos sentidos
un acto fundacional. Fundar viene de fundus, base. Fundar es poner la base, es
asentar y también erigir, cimentar sólidamente. Mediante el mestizaje, la
erección de ciudades, el establecimiento de las instituciones de gobierno,
España funde la polis. Funda en fusión con el mundo precolombino. Fundación es
también en este caso, nacimiento de algo nuevo, distinto, original, enraizado
en la tradición greco-romana-ibérica y católica sobre lo originario. Por eso no
puede negarse a España la maternidad histórica respecto de América.
Las autoridades política, existían allende y aquende el Océano. Dos
fundamentales en España, la Casa
de Contratación de Sevilla (erigida en 1503), que regulaba el despacho de
navíos, y el Real Consejo de Indias (fundado en l519), organismo referido tanto
a lo civil como a lo religioso. En Indias, los Virreyes; las Reales Audiencias
para la justicia; los Gobernadores, que cuando cumplían a la vez funciones
militares se llamaban Capitanes Generales, y cuando estas funciones les eran
conferidas desde su designación, Adelantados. Por fin los Cabildos, institución
de fundamental importancia por su representatividad social. El mismo día de la
fundación de una ciudad se creaba el Cabildo (con sus Alcaldes, no más de dos,
y regidores, entre 6 y 12). Se trataba, en realidad, del antiguo municipio
romano, persistente durante la reconquista de las ciudades españolas y
trasplantado a América con el mismo sentido de representatividad política que
recuerda al carácter de la antigua polis griega. Pero con una diferencia propiamente
"americana": incluía un distrito suburbano inmenso. A pesar de las,
vicisitudes, que, a lo largo de la historia, hubieron de sufrir los Cabildos,
ellos fueron, en el orden social y político, no sólo la base de las futuras
provincias de las naciones iberoamericanas, sino el "lugar" físico,
espiritual y moral de toda la vida política, y del "federalismo"
americano, heredero del autonomismo de las ciudades de Castilla y Aragón.
Acá viene lo de Hernandarias, un político de la Hispanidad:
El proyecto religioso y cultural de España dejó sus huellas asimismo en el
ámbito de la política, logrando entre nosotros una encarnación admirable en la
figura de Hernando Arias de Saavedra. España no vaciló en mezclar su sangre con
la sangre ardiente del nativo, dando así origen al hombre de la tierra. En
nuestra zona el ejemplo del Adelantado Domínguez Martínez de Irala, el primero
en desposar a la india, haciendo respetar la descendencia habida de ella -casó
sus hijas con los capitanes más distinguidos de la conquista-, fue seguido
ampliamente por sus compañeros. Y así aparecieron las familias,- criollas y
mestizas, una nueva aristocracia brotada de la tierra, a cuyos miembros Felipe
II no trepitó en conceder el titulo de hidalgos. El nacido de la tierra virgen,
heredero de la tradicional caballerosidad española, en constante batallar con
la selva y el indio, aprendió a dominar diestramente el caballo, el lazo y las
boleadoras; fue ese tipo de hombre sufrido menospreciador de las cosas
materiales, ajeno a la
Epidemia del oro. Don Quijote, afirma R. de Maeztu, encontró
su Prolongación en Martín Fierro y Don Secundo Sombra. Hernandarias es el
representante genuino de este nuevo tipo de hombre. Paraguay fue quizás el.
primer lugar de América donde el nacido de la tierra alcanzó a tomar el poder
en la persona de Hernandarias. Nació en Asunción, en el año 1560, de dos
familias de la nobleza hispánica; su padre, Suarez de Toledo, pertenecía a la
raza de los conquistadores; su madre, de Sanabria y Calderón, era una mujer de
temple indomable; su hermanastro, don Hernando de Trejo, el primer obispo
criollo del Tucumán propulsor de la Universidad de Córdoba.
Elegido reiteradamente como Gobernador del Paraguay, tuvo, Hernandarias, el
temple de un auténtico conquistador, victorioso en innumerables batallas, con
lo que hizo posible la navegación sin sobresaltos desde Asunción hasta el Río
de la Plata .
Enfrentó así mismo con notable clarividencia arrojo la Penetración portuguesa
en Buenos Aires y el Paraguay. Pero fue al mismo tiempo un juez ejemplar. Según
la vieja tradición hispánica, la justicia no se reducía como ahora a la
aplicación casi automática de determinado artículo de cierta ley a cierto caso
concreto, sino que en cada alegato, en cada sentencia los jueces se remontaban a
las fuente, mismas de la moral y el derecho. Cada administrador de la justicia
se sentía en alguna forma revestido de la dignidad del legislador, porque en
cada dictamen apelaba de la letra de la ley al espíritu y propósito que la
inspiraron. Habían aprendido de SantoTomás que la ley había de ser justa, y la
ley que no es justa no es ley, sino iniquidad. Hernandarias fue un juez de ese
estilo, velando por la aplicación de la justicia en todos los campos y
particularmente en el ámbito de las encomiendas. Solórzano ha explicado bien lo
que realmente fueron las encomiendes, destruyendo la leyenda que quiso
contraponer la bondad y abnegación de los misioneros a la codicia y crueldad de
los encomenderos. Las encomiendas fueron nuestro modo de feudalismo, es decir,
una escuela de y de honor, al mismo tiempo que el brazo secular para el
adoctrinamiento de los indios. Hernandarias salió al paso de los excesos de
algunos encomenderos legislando al respecto admirablemente.
Propulso así mismo la cultura y en este sentido fue un verdadero educador. No
sólo fundó numerosos colegios, sino que sobre todo trató de elevar al Indio a
la vez que contribuyó a su evangelización, colaborando para ello estrechamente
con Martín Ignacio de Loyola sobrino de San Ignacio y obispo de Asunción, y más
aún con el Franciscano Fray Luis Bolaños, su amigo predilecto, con quien inició
la instalación de los primeros pueblos de indios, labor para la que luego llamó
también a los jesuitas, quienes llevarían a cabo esa obra de arte de la
pastoral que fueron las reducciones guaraníticas. Gracias a Hernandarias se
fundaron numerosas poblaciones, desde San Ignacio Guazú, en la actual Paraguay,
hasta Baradero, en la actual provincia de Buenos Aires. Rara era la carta que
no insistiera ente el monarca -nada menor que Felipe II, en ocasiones, para que
enviara más religiosos en pro de tan ardua labor. Numerosos testimonios
certifican que regalaban de su propio pecunio campanas retablos etc., y al
mejor estilo de los señores medievales consideró un timbre de gloria edificar
templos para la honra de Dios y la santificación de las almas.
El día en que se adecente nuestra galería de Próceres, Hernandarias figurará
allí como uno de los más nobles .Cuarenta años de guerra, en un campo que tuvo
por escenario la selva paraguaya y la extensa pampa argentina, recorrida sin
descanso, conociendo toda la gema de los sufrimientos físicos, desde las
heridas en el combate, hasta la fiebre del pantano que le desfiguró el rostro y
le quitó el sentido de la audición, así como de los sufrimientos morales, desde
la critica de conventillo hasta la calumnia de gran nivel. Protector de
ciudades, colaboró activamente en la fundación de Buenos Aires - no olvidemos -
que estaba casado con la hija de Juan de Garay -, Concepción del Bermejo y Vera
de las Siete Corrientes. Defensor celoso de las fronteras frente al agresor
portugués, sólo desenvainó su espada para defender las buenas causas; en los
Paréntesis de sus luchas no tenía reparos en tomar las herramientas del albañil
para colaborar en la construcción de una iglesia, un hospital o una escuela.
Ningún personaje de la
Conquista reúne con Hernandarias las admirables dotes de la
virtud heroica en más alto grado, juntamente con las cualidades distintivas del
estadista, Y. todo ello en admirable equilibrio. Fue caudillo, soldado,
Gobernador y juez, tan amado que, según se decía en una carta firmada en 1610
por los capitulares de Asunción, "no hay viejo ni mozo que no lo tenga
representado en el alma, padre verdadero de la tierra". Un auténtico
caballero, encarnación misma de la Hispanidad en el campo político.
La economía
Si se quita la intención evangelizadora, la
conquista de América aparece -y así se la querido reiteradamente mostrar- como
el caso de un pueblo poderoso que se enfrenta con pueblos débiles, los vence,
los explota lo mas posible, y de este modo acrecienta el patrimonio de la Corona y las posibilidades
mercantilistas de la
Metrópoli. En una concepción semejante, los aspectos religiosos
pasan a ser anecdóticos, o también expresión del "atraso secular" de
España.
La especificidad de la
Conquista española resplandece cuando se la compara
con la colonización británica. Vicente Sierra lo ha señalado con claridad.
Resumamos lo principal de su desarrollo. La historia nos muestra cómo España
incorporó Provincias, Inglaterra instauró colonias Esto cobra evidencia en algo
bien concreto y hasta sintomático: La colonización inglesa fue siempre costera,
instalando factorías junto al mar, la española es preferentemente mediterránea.
Basta ver el mapa de nuestra Patria y la ubicación de sus ciudades antiguas, y
compararlo con el mapa político de la
India, por ejemplo. Sólo España se transfundió de veras,
penetró las selvas, atravesó las montañas; a todos buscó para anunciar la buena
nueva. La colonización inglesa no se dirigió al hombre para elevarlo sino en
vista de posibles negocios.
Ello explica por qué Inglaterra, cuando necesito salir de la metrópoli e
iniciar su
política colonial, no intentó transmitir a sus nuevos súbditos las líneas
esenciales de su espíritu y de su cultura, y mucho menos difundir sus ideas
religiosas, por eso durante largo tiempo no llevó misioneros consigo.
Inglaterra condujo adelante su tarea con ausencia de controles religioso o
éticos, lo que permitió la eclosión de la mentalidad capitalista: en vez del
"justo precio", noción anclada en la visión tomista y católica, la
búsqueda de gananciales cuanto mas mejor, sobre la base de un nuevo tipo de
ascetismo de carácter laico, basado en el hedonismo. Cuando Montesquieu,
apóstol del liberalismo, sobre el cual tanto influyeron las ideas británicas,
se refiere a la significación de la actividad colonial, enseña: " El
objeto de colonias es hacer el comercio en mejores condiciones que con los
pueblos vecinos, con los cuales todas las ventajas son recíprocas " Hay en
todo esto un claro influjo de las ideas calvinista, con su exaltación del
trabajo y del consiguiente beneficio. La obtención de riquezas comienza a ser
un fin, e incluso un signo de predilección divina, mientras que la pobreza es
considerada corro un signo de fracaso, hasta de castigo divino. Por eso no hay
que extrañarse que el desarrollo económico haya sido mayor en los países
protestantes que en los católicos. El espíritu del capitalismo liberal habría
sido imposible con una iglesia Católica fuerte porque ella nunca consideró la
economía como un menester ajeno a la moral. La influencia de la Reforma, especialmente en
su versión calvinista, sobre las ideas políticas abrió paso el liberalismo
económico, y este rompió el equilibrio de la Cristiandad en pro de
la obtención de ganancias. En adelante el fin primario sería crear y acumular
riquezas.
España, signada por la
Contrarreforma, está en las antípodas de Inglaterra. La Contrareforma no fue
sólo una reacción negativa contra la herejía, sino la decisión de superar las
tendencias paganizantes del Renacimiento que condicionaban a vastos sectores
eclesiasticos, para restaurar el primado religioso, una vez liberada la Iglesia de los dos grandes
peligros del momento, la herejía mundanización, enfrentar el desafío de los
tiempos nuevos. Inglaterra y España, son dos universos morales. Cuando
Inglaterra canta el comercio de esclavos " que eleva hasta la pasión el
espíritu de empresa comercial, forma excelentes marinos, y produce enormemente
dinero", España goza con los Autos sacramentales. Son dos mundos
distintos, quizás con la diferencia que media entre cosmovisión del mundo
moderno y la de la cristiandad. Por eso mientras Inglaterra disminuye al máximo
los días de fiestas religiosas, en aras de la productividad, España castiga
severamente a los encomenderos que los violan. Este diverso concepto de las
festividades muestra gráficamente la diferente manera con que la Reforma y la Contrarreforma
encaran la existencia. Frente a una Inglaterra que en ocasiones entregó
directamente a compañías Comerciales la soberanía política de las zonas de
colonización, España insistió una y otra vez sobre el justo precio, tratando de
poner en contacto directo al productor y al consumidor. La teoría del justo
precio no es sino la aplicación del carácter evangelizador de la Conquista al área
economía.
No que España se desinterese completamente de la economía. Porque podría
parecer que el hecho de servir un ideal absoluto, implicase el desprecio por
los ideales relativos de riquezas o placeres con que otros se satisfacen. No
fue así, ya que un absolutismo que excluyese de sus miras lo relativo y lo
cotidiano, sería menos absoluto que el que logra incluirlos. Sólo que la visión
hispánica consideraba relativo a lo relativo y absoluto a lo absoluto.
La expresión de Franklin time is money, no debe ser tomada a la ligera porque
en esa concepción del mundo y de la vida, el tiempo donde el hombre cumple su
esfuerzo y ruge el león de la competencia, debe conducir al "oro" del
poder terreno. Este espíritu es la antítesis de la España tradicional y Lo
contradictorio del espíritu iberoamericano. La futura declaración de la Independencia (1776)
y la imponente expansión territorial posterior, en buena parte a costa de
Méjico (1848), pone las bases del hijo predilecto de aquella Inglaterra. Si se
piensa que de los 65 firmantes de la declaración de la Independencia, 53
eran Masones, se comprende por que el mito iluminista del progreso indefinido
con cierto sentido de soteriología terrena, ha sido y es la médula misma de los
Estados Unidos. Según Ratzinger la democracia de América está radicada en la
"concepción protestante del hombre y del mundo"
Pero volvamos a nuestra comparación entre Inglaterra y España. Inglaterra y
España respondían, por cierto, a las directivas de sus respectivas metrópolis.
Es evidente que de la España
de la Reconquista,
de la contrarreforma, de los Autos Sacramentales, del Concilio de Trento, de la Compañía de Jesús, de
Vitoria, no podía surgir una mera colonización económica sino una misión; así
como de la Inglaterra
puritana, de los saqueos a los bienes de la Iglesia, de los piratas y corsarios, de la
"economía política" , no podía salir una misión sino una
colonización.
Por cierto que tanto Fernando como sus sucesores se preocuparon también por
importar oro de sus provincias de ultramar, ya que, como ordenaba el primero,
"que ningún oro esté allá holgando en ningún tiempo". Los necesitaban
para sus necesidades internas, así como para costear la misma evangelización y
promoción de las nuevas tierras. Para ello Fernando fundó la Casa de Contratación, pero en
modo alguno la concibió como totalmente independiente de la realidad espiritual
de la España
de entonces, de la España
de las Bulas misionales. Cuando en 1511 reunió a los miembros del Consejo de
Indias para referirse a ese tema, se expresó en los siguientes términos:
"Siendo la obligación y cargo, con que somos Señor de las Indias, ninguna
cosa deseamos más que la publicación y ampliación de la Ley Evangélica, y
la conversión de los Indios a nuestra Santa Fe Católica. Y porque a esto, como
al principal intento que tenemos, aderezamos nuestros pensamientos y cuidados:
Mandamos, y cuanto podemos, encargamos a los de nuestro Consejo de las Indias,
que pospuesto todo otro respeto de aprovechamiento, e intereses nuestro, tengan
por principal cuidado las cosas de la conversión y doctrina, y sobre todo se
desvelen y ocupen con todas sus fuerzas y entendimiento en proveer ministros
suficientes para ello ... De manera que cumpliendo Nos en esta parte, que tanto
nos obliga, y a que tanto deseamos satisfacer, los de dicho Consejo descargarán
sus conciencias, pues con ellos descargamos Nos la nuestra". La posición
es clara: hay que ocuparse, como resulta obvio, de los problemas económicos,
pero ante la labor misional es preciso posponer "todo otro respeto de
aprovechamiento e interesse nuestro", pues el principal "y final
deseo e intento" es la conversión y adoctrinamiento de los indios.
Un caso concreto tipifica dicha tesitura sin equívoco posible. Cuando en cierta
ocasión los cortesanos le dijeron a Felipe II que la conquista de las Filipinas
costaba mucho dinero sin rendir nada en cambio, el adusto rey repuso:
"Si no bastaren las rentas de Filipinas y de Nueva España para mantener
una ermita, si más no hubiere, que conservara el nombre y veneración de
Jesucristo, enviaría las de España con que prorrogar el Evangelio ... No se
ponga ningún motivo que
toque interesse, sino los más universales". ¿A qué "universales"
se refiere? Lo había dicho poco antes: "la concesión pontificia de
aquellas tierras para evangelizar".
Naturalmente que no todo fue trigo limpio. Hubo bandidos, estafadores,
mercaderes inescrupulosos, explotadores. Pero, como escribe Ramiro de Maeztu,
"aunque es muy cierto que la historia nos descubre dos Hispanidades
diversas, que Herriot recientemente ha querido distinguir, diciendo que era la
una la de Greco, con su misticismo, su ensoñación y su intelectualismo, y la
otra de Goya, con su realismo y su afición a la 'canalla', y que pudieran
llamarse también la España
de Don Quijote y la de Sancho, la del espíritu y la de la materia, la verdad es
que las dos no son sino una, y toda la cuestión se reduce a determinar quién
debe gobernar si los suspiros o los eructos". O Felipe o Felipillo...*
*continuara
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